El 2 de abril está marcado en la memoria y en la sensibilidad de los argentinos. A 40 años del comienzo de la Guerra de Malvinas, de 1982, sigue estando claro que no está en discusión el justo reclamo de soberanía que Argentina mantiene sobre las islas desde 1833, pero lo resuelto por el Estado argentino en ese momento, comandado por un gobierno dictatorial que buscaba mantenerse en el poder a como diera lugar y que necesitaba algún gesto para ganar popularidad ante una sociedad que ya mostraba signos de hastío, fue a todas luces inconveniente.
El Derecho Internacional prohíbe el uso de la fuerza para dirimir las controversias, aun cuando se tenga razón. Por eso, varios Estados que apoyaban a la Argentina en su reivindicación de soberanía votaron a favor o se abstuvieron en la Resolución 502 del Consejo de Seguridad que ordenaba el retiro de tropas argentinas. Claro, si el uso de la fuerza fue una desgraciada maniobra política de nuestros gobernantes de entonces, también es cierto que el gobierno de Margaret Thatcher hizo todo lo posible para evitar una salida no bélica de la crisis.
Tampoco está en duda la valentía de quienes combatieron en condiciones muy desfavorables ante una de las grandes potencias mundiales. Pero muchos de esos combatientes no solo sufrieron el abandono a su suerte en el teatro de operaciones con elementos de combate vetustos, condenados a una derrota prácticamente segura, sino que también fueron olvidados a su regreso al país, sufriendo la marginación y la indiferencia de quienes los mandaron a la guerra y de una parte de la sociedad.
Malvinas ya no es la guerra de 1982. Éste y los siguientes 2 de abril deben ser una fecha para honrar y homenajear a nuestros héroes y heroínas, pero también reforzar todas nuestras acciones, en todos los ámbitos necesarios, siempre apelando al diálogo y al derecho internacional, para avanzar, no sólo en la restitución de nuestra integridad territorial-que es algo que nunca hemos cesado de reclamar- sino también en encontrar un solución definitiva a la disputa de soberanía sobre nuestras Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes.