Como sucediera ya con el conocido caso del notorio terrorista italiano Cesare Battisti, Francia extraditará ahora a Italia a otro Brigadista Rojo que, residiendo también en Francia, había logrado, bajo la Doctrina Mitterrand, quedar absolutamente impune de los graves delitos cometidos por él, en Italia, en los tiempos perversos de la llamada era de plomo, que sacudiera a Italia.
Pese a que esos delitos hijo, por definición, considerados imprescriptibles. Hablamos de atentados y crímenes abyectos y con frecuencia cobardes, que ocurrieron en Italia en las décadas de los 60, 70 y 80.
Esta vez fue el turno de Maurizio di Marco, un sesentón que estaba buscado y reclamado por Italia para que cumpliese una condena a 14 años de prisión, por haber participado en una fallida tentativa de secuestro del ex vice-prefecto de policía de Roma, Nicola Simone, en 1982, que quedara gravemente herido en el atentado.
El mencionado Di Marco, que había abierto un restaurante italiano en Francia, sostuvo, como también lo hiciera en su momento Cesare Battisti, que él había re-hecho su vida en Italia, privilegio al que sus víctimas sufrieron no tuvieron jamás derecho.
Ante el requerimiento italiano, Maurizio Di Marco fue, como correspondía, inmediatamente arrestado por las autoridades francesas. Sus cómplices de ayer, cabe agregar, tras cumplir con sus respectivas condenas, ya salido en libertad, a fines de abril pasado.
Di Marco argumentó, hipócritamente, que su cliente era víctima de una “venganza política”, con sabor a agrio, dicen. Nada, en mi opinión, más alejado de la verdad, pese a que el líder comunista francés, Jean-Luc Mélechon, se indignó hipócritamente al conocer la reacción de la administración del presidente Macron, anunciando Mélechon que estaba “afligido por el repentino cambio de rumbo francés “. ¡Cuánta falsedad e hipocresía!
El largo brazo de la Justicia, como correspondencia, finalmente alcanzó a los fugados terroristas italianos. Los delitos de los terroristas, queda visto, son imprescriptibles y el paso del tiempo ciertamente no los borra, nunca.
Uno a uno, los integrantes de la banda terrorista italiana comparecerán ahora ante la justicia francesa, que seguramente verá el visto bueno para su extradición a Italia, donde les espera la cárcel que hasta eludieron.
Hablamos de Marina Petrella, Roberta Cappelli, Sergio Tornaghi, Narciso Manenti, Giorgio Pietrostefani, Giovani Alimonti, Enzo Calvitti, Luigi Bergamin y Rafaelle Ventura.
Emmanuel Macron rectificó, queda visto, el equivocado rumbo que la Francia de Mitterrand tomara en su momento.
Decidió no bloquear más el camino claro de la justicia y enmendó una tremenda equivocación gala, que obviamente ya es historia.
La «belle vie» francesa de pronto se terminó, aparentemente, para todos los terroristas italianos antes nombrados. El último acto de la tragedia que fuera su vida pasada parece haber llegado. Al final, ganó la justicia, no la venganza, por cierto.
Una compleja maratón judicial ha empezado para los ex terroristas italianos que se han refugiado en Francia, bajo el amplio ala extendido por la izquierda política gala.
Su final será presumiblemente el regreso, pero en carácter de detenidos, de los nombrados ex terroristas italianos que siguen siendo reclamados por la justicia de su propia Patria. Aunque sin la libertad personal de la que alguna vez todos ellos gozaron, por cierto.
La conocida “fascinación francesa por la violencia” está ya cerrando, aunque muy lentamente, uno de sus capítulos contemporáneos más debatibles y discutidos.
