El Gobierno de Bielorrusia avisó este martes que «responderá» a un posible refuerzo de las sanciones por parte de la Unión Europea (UE), que planteó la semana pasada elevar la presión ante la persistente represión contra manifestantes pacíficos en la antigua república soviética.
La UE ya impuso castigos contra 55 personas por violaciones de los Derechos Humanos, entre ellas el presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, y «está lista para imponer sanciones adicionales», como apuntó el viernes tras la muerte de un activista en un altercado en Minsk.
El canciller bielorruso, Vladimir Makei, afirmó tras una reunión con Lukashenko que su Gobierno es contrario a las sanciones porque «nunca han llevado a nada bueno y nunca lo harán», pero aclaró que no se quedará de brazos cruzados frente a posibles presiones, según la agencia de noticias oficial BelTA.
«Nos gustaría ver que Bielorrusia y la región son lugares de paz, acuerdos y buena voluntad, pero si alguien quiere seguir aumentando las tensiones (…) no se quedará sin respuesta», declaró el jefe de la diplomacia bielorrusa.
«Nosotros no somos los que hemos comenzado esto», agregó.
Bielorrusia atribuye a «un enemigo externo» la escalada de tensiones internas, iniciada por las elecciones del 9 de agosto en las que Lukashenko obtuvo un nuevo mandato.
La oposición bielorrusa negó legitimidad a dichos comicios, así como la UE.
El mandatario insistió en la necesidad de trabajar sobre la base del «respeto mutuo», algo que le «sorprende» en «algunos de los denominados aliados», según reprodujo la agencia de noticias AFP.
De esta forma, Lukahshenko lamentó la postura de países como Polonia y Lituania y advirtió que sus actuales políticas «puedan borrar mucho, sino todo, de lo logrado» en los últimos años en materia de relaciones bilaterales.
