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  • Nadie debería creerse perfecto, ni preocuparse demasiado por el hecho de no serlo. | Bertrand Russell

viernes 19, de abril , 2024

Ciberadictos

Padre José Ceschi

Todo lo que apasiona en la vida puede llegar a transformarse en adicción. Hinchas de fútbol que no pueden perderse un partido sin sufrir un calvario. Fumadores que terminan siendo tabacodependientes. Enamoramientos que terminan «esclavizados de amor»…
Cuando hablo de enamoramientos me estoy refiriendo a la intensa relación afectiva entre dos personas (generalmente «un masculino y un femenino», como diría el portavoz policial).
Pero ya las diferentes formas de adicción constituyen una especie de enamoramiento. Para quienes viven esa forma de «enajenamiento» afectivo, estando juntos el tiempo transcurre imperceptiblemente para ellos. Dicho de otro modo, pierden la noción del tiempo, para desesperación de los demás.
La adicción por la PC -en cualquiera de sus variantes- es ni más ni menos que una forma de enamoramiento. Ello hace que el ciberadicto necesite perentoriamente conectarse, y cuando lo está, siente una compulsión por seguir y seguir, privándose de comida de sueño y, lo que es más grave todavía, de la buena relación con su familia. Ni hablemos del escaso tiempo destinado al aire libre, a los ejercicios aeróbicos y a todo lo que contribuya a airear el cuerpo y el espíritu.
Esta adicción, como todas, admite diversos grados. Generalmente el proceso va de menor a mayor. Son como hilos que se van sumando hasta llegar a un grosor cada vez más difícil de cortar. Hay ciberadictos que llegaron a tal punto, que les resulta imposible volver atrás por sí solos. Una nota del Sunday Time fechada en Londres cuenta el caso de Tim, un joven de 21 años. Confiesa que no ha salido de su habitación en los últimos cinco años debido a su obsesión por los juegos de PC.»Mi habitación era un lío, dice. Cortinas cerradas, cajas de pizza, botellas vacías y envoltorios de comida chatarra por todos lados. Ni siquiera me levantaba para ir a orinar: orinaba en una botella mientras seguía jugando»…
No por nada se han abierto clínica para tratamientos específicos de ciberadictos. La primera fue en Amsterdam para holandeses, primero. Luego acudieron de todas partes del mundo.
Y todo, por no saber dosificar el tiempo. Lo bueno, hecho adicción, es malo.
¡Hasta el domingos!

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