Si hay algo indudable e irrefutable es que el agua es la base de la vida. Quienes vivimos en zonas como la nuestra, casi desérticas, sabemos que ella es esencial para la existencia, ya que dependemos del agua para nuestra agricultura y ganadería, para la fabricación de bienes y servicios y para obtener energía, entre otras utilidades.
Según el Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos 2020 Agua y Cambio Climático, el uso global de agua se ha multiplicado por seis en los últimos 100 años y continúa aumentando a un ritmo constante de 1% anual, debido principalmente al desarrollo económico, al crecimiento demográfico y al cambio en los patrones de consumo.
El cambio climático afecta también a su disponibilidad, poniendo en peligro el acceso y disfrute del derecho humano al agua y saneamiento de miles de millones de personas. De hecho, la ONU estima que en la actualidad unos 2.200 millones de personas carecen de agua potable y 4.200 millones carecen de un sistema de saneamiento adecuado. Esta situación es aún más acusada en regiones que no gozan de una buena gestión hídrica y que sufren las consecuencias del cambio climático.
Es precisamente este estrés hídrico lo que ha motivado que el agua llegue al siguiente nivel como activo universal: cotizar en bolsa. A la altura del petróleo o del oro, la escasez de agua ha hecho que este preciado bien entre por la puerta grande en los mercados de Wall Street, donde desde el pasado 7 de diciembre ya cotiza en bolsa.
Los fondos financieros perciben que una de las grandes dificultades para la economía global en los próximos años tendrá que ver con la falta de disponibilidad de agua potable en varias partes del planeta. Esto lleva a pensar no solo en el incremento de los precios sino en la posible aparición de un mercado global de agua con transacciones similares a las que ocurren con otros commodities de la energía o los alimentos. Países como el nuestro deberán estar atentos para cuidar más que nunca un recurso que hoy por hoy buscan los grandes grupos económicos. Y ya sabemos cómo nos va contra ellos…
