Con la explosión de casos por la segunda ola de coronavirus, el sistema de salud se volvió a tensar y un dato comenzó nuevamente a cobrar importancia: el de la ocupación de camas en terapia intensiva que llegó a rozar el 90% durante la última semana.
Según los datos oficiales, actualmente la provincia cuenta con 437 camas críticas tras un año de pandemia, lo que implica una ampliación del sistema de salud de más del 80%.
En marzo de 2020, cuando se inició el brote pero todavía la expectativa no dimensionaba lo que estaba por venir, el sistema de salud de Mendoza -esto es, tanto los hospitales estatales como las clínicas y sanatorios privados- contaba con 4.400 camas disponibles en todo el territorio, para casi 1.900.000 habitantes. Pero de esas no todas están en unidades de terapia intensiva: hacia agosto de ese mismo año, el sistema estaba dotado de 350 camas críticas.
Este lunes, el Gobierno provincial sumó otras 34 unidades en las obras de ampliación que se están realizando en el subsuelo del Hospital Central. Además, incorporarán otras 13 en las próximas semanas en la misma área.
El sistema está tan tensionado por el crecimiento de casos que siete de estas nuevas 34, ya fueron ocupadas el sábado por la noche, según detallaron desde la cartera que dirige Ana María Nadal.
En concreto, Mendoza tiene 172 nuevas camas en la zona metropolitana. A ellas se suman 14 en los hospitales del Valle de Uco, 18 en la zona Este y 43 en la Sur. Es decir, 247 en los nosocomios estatales- unas 100 se sumaron a lo largo de la pandemia.
En tanto, en el sector privado contaban en marzo de 2020 con alrededor de 123 camas críticas. En un año de pandemia se pasó a 172. Ahora, según explicaron desde la Asociación de Clínicas y Sanatorios Privados, se busca alcanzar las 190 unidades en terapia intensiva.
Raúl Salvatore, director de Hospitales, indicó que además de las plazas críticas se construyó «un dispositivo que no existía en la provincia, una unidad de gestión de pacientes llamada FARO que censa la disponibilidad de camas críticas y no críticas y en base a eso dirige al paciente en su internación según el nivel de complejidad».
Y advirtió que este dispositivo «permitió el año pasado y en el presente a que se lleve a cabo una gestión del recurso cama dinámico, rotando al paciente entre efectores según el curso de su enfermedad y el nivel de complejidad».
Sistema saturado
De acuerdo con el último informe semanal, publicado el viernes pasado, la provincia bordea el 90% de ocupación en camas de adultos para terapia intensiva: al 15 de abril, el porcentaje era de 87,12%.
Un mes antes, de acuerdo con los mismos registros oficiales, la ocupación en camas críticas orillaba el 46% en el Gran Mendoza. A partir de ahí, las cifras comienzan a subir: una semana después, pasa el 62%; y en otros siete días se alcanza el 65%.
«Si la sociedad no toma conciencia con los cuidados, aunque agreguemos 100 camas no van a alcanzar», advirtió el coordinador médico de la cámara que nuclea a los efectores privados, Rodolfo Torres.
Pero a la cantidad de camas críticas disponibles también se agrega otro problema que puede ser una complicación preocupante en breve: la posibilidad de contar con más profesionales en terapia intensiva para mantener esas camas operativos, es decir, que al enfermo de COVID 19 internado no le falte la asistencia médica.
Fuente: El Sol
