Dos años de pandemia: del “quedate
en casa” a una vida sin restricciones

Se cumplieron dos años de aquel histórico 20 de marzo de 2020, día en que el presidente Alberto Fernández anunció el inicio de una cuarentena estricta como única herramienta para evitar la propagación de contagios de un virus que tenía en vilo al planeta y por el que la Organización Mundial de la Salud había declarado la pandemia mundial: el SARS-Cov-2, popularizado en ese entonces como “Coronavirus” y más acá en el tiempo “Covid-19”.
La expresión “quedate en casa” fue “una cuestión de Estado” y las calles se transformaron en un escenario de desolación y soledad. No había movimiento por temor a la enfermedad de parte de la ciudadanía pero también por los estrictos controles de fuerzas de seguridad, quienes debían garantizar que sólo circulaban los que estaban autorizados a hacerlo.
Inicialmente, esa decisión del Gobierno Nacional recibió un contundente respaldo de la comunidad y de gobernadores provinciales. Sin embargo, con el correr de los días y ante las sucesivas prórrogas del aislamiento social, preventivo y obligatorio que disponía el presidente Fernández, el amplio apoyo se fue desmoronando y se transformó en severas críticas por parte de los sectores sociales y económicos más afectados por las restricciones. Y claro, la oposición al Gobierno adoptó ese nuevo escenario mal gestionado como su “caballito de batalla”.
Tras un verano 2021 con bastantes flexibilizaciones ante la baja de los casos, volvió el frío y también las medidas de restricción, debido a un incremento significativo de los contagios que puso en jaque a hospitales públicos y privados. La vacunación – que comenzó a principios de ese año – no fue suficiente por deficiencias del gobierno nacional para inmunizar a un porcentaje mayoritario de la población, por lo que el virus se cobró miles de vidas, y así el aislamiento volvió a ser la única alternativa frente al avance arrollador del Covid-19.
Sin ningún tipo de consenso social, con furiosas críticas por parte del sector económico y una crisis política tras la derrota esperada en las elecciones legislativas, el Gobierno Nacional aceleró el plan de inmunización colectiva para garantizar una exitosa temporada de verano y prácticamente sin restricciones.
El objetivo de la Casa Rosada se cumplió, ya que la tercera ola de coronavirus que afectó al país, entre diciembre y enero, no afectó la masiva movilización de argentinos hacia diferentes destinos turísticos del país. En gran parte, eso fue posible gracias al efecto de las vacunas que redujo significativamente los casos graves y las muertes.
Después de un verano con récord histórico en cuanto a índice de ocupación, y exactamente dos años después de aquella cadena nacional donde se anunciaba la cuarentena, hoy el panorama es totalmente distinto y la vida transcurre casi con total normalidad. Empezaron a quedar atrás las acciones que se transformaron en un hábito durante los últimos dos años, entre ellas el uso de tapabocas y el distanciamiento social.
En el medio de este suceso sin precedentes, el virus ocasionó la muerte de cientos de miles de argentinos y un profundo dolor en quienes perdieron familiares y amigos.
La esperanza de “volvernos mejores” y tener un motivo en común para cerrar la grieta que tanto daño le ha causado a la sociedad argentina, ni siquiera fue posible en este contexto tan complejo para todo el mundo. De hecho, esa división se profundizó y no existen – al menos en el horizonte más próximo – indicadores que permitan zanjarla.