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  • Nadie debería creerse perfecto, ni preocuparse demasiado por el hecho de no serlo. | Bertrand Russell

viernes 19, de abril , 2024

El 2021 y la esperanza…

El inicio de cualquier ciclo, ya sea un nuevo gobierno, una nueva relación o –como en este caso- un nuevo año, nos suele deparar una sensación de esperanza, de “mejores tiempos por venir”. Está claro que cuando alguien espera mejores tiempos es porque los tiempos pasados o los actuales no son los ideales y en eso de “tiempos complicados” los argentinos somos especialistas. Además –y por si no tuviéramos problemas- el año que se fue mostró la cara inédita y angustiante de una pandemia.
Los argentinos sabemos de luchar por salir de nuestros malos momentos, muchos de los cuales nosotros mismos nos creamos. Quizás es por ello que, atravesando una nueva crisis y con la pandemia aún presente, una vez más podemos esperanzarnos en lograr tener un país mejor, más justo, más inclusivo, más vivible.
Lo improbable puede ocurrir, pero no tenemos manera de demostrarlo. Lo imposible es ajeno a toda experiencia y a toda prueba. La imposibilidad anula a la esperanza, le cierra los caminos. Sin embargo, no anula el deseo de cambio y transformación, propio de la esperanza. El deseo -afirmaba el crítico inglés Terry Eagleton- nos vincula al futuro. Nadie desea lo que no tiene, por lo tanto desear es proyectar algo que hoy no es. Ese proyecto tiene un requisito: solo esperan los que pueden nombrar aquello que esperan. La esperanza nos exige conectarnos con nuestras necesidades y nuestros propósitos, nos pide que los definamos y los nombremos, no admite que nos quedemos en la simple creencia de que todo estará bien. La esperanza nos pregunta qué haremos para lograr eso a lo que aspiramos o necesitamos, cómo lo haremos, a qué estamos dispuestos y de qué herramientas disponemos. Así, debemos desentrañar qué queremos para luego sí pensar en cómo lo haremos, qué estamos dispuestos a hacer en tal sentido y con qué recursos reales contamos.
Aunque proviene de esperar, esperanza no significa quietud ni pasividad. Mucho menos descansar en la intervención externa o en la providencia. La esperanza pide razones. Quizás este 2021 sea un buen momento para comenzar a dárselas, con acciones que demuestren nuestro compromiso para que este año y nuestra patria sean mejores.

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