El caso de la “niña M” y nuestro futuro

Carlos Savanz fue condenado esta semana a 22 años de prisión por los delitos de “sustracción, retención u ocultamiento de una menor de edad” y “abuso sexual” en perjuicio de una niña de 7 años cuya desaparición había sido denunciada por su mamá en Villa Lugano. En marzo de 2021, el caso de la niña “M” conmovió al país: durante tres días, la opinión pública estuvo en vilo por la desaparición de “M” y su hallazgo deparó una sensación de alivio ya que otros hechos similares, con niñas y niños que han desaparecido, terminaron de la peor manera.
Sin embargo, y más allá de esa sensación y de la condena a Savanz de esta semana, el caso de “M” obliga a otras instancias de análisis, impostergables en una sociedad cuyas generaciones más jóvenes están dramática y mayoritariamente atravesadas por las carencias y las discriminaciones.
«No, no vive en situación de calle. M. vive en la calle, abajo de un puente. Lo de situación déjenselo a los especialistas, a los que manejan estadísticas, casuísticas. Basta de eufemismos. Hagámonos cargo aunque sea de la conceptualización de la realidad. A M. se le vulneraron todos sus derechos. Absolutamente”, comenzaba diciendo un posteo que se volvió viral en aquellos días. El posteo, firmado por Marcos González, sigue diciendo –entre otras cosas-: “M. no somos todos. Pero sí nos interpela y nos desnuda y nos expone. No nos podemos tapar ni con cartones, como ella para dormir. No, no todos somos M. Ella se agarró de una mano que creyó amiga y confió. Porque a lo mejor fue la primera mano que le tendieron. Nosotros no somos M. No somos sus sufrimientos, su panza doliendo y sonando de hambre, sus fríos y sus miedos bajo un puente. Que su nombre, M., sea nuestra pesadilla. A ver si despertamos de una vez por todas», concluye el crudo pero esclarecedor texto.
Cuando se habla de pobreza, distribución inequitativa de la riqueza, desigualdad de oportunidades, falta de empatía y de solidaridad, descuido de las generaciones venideras, hipocresías y miradas “para otro lado”, se habla de esto, del caso de M. y de, lamentablemente, millones de chicos y chicas compatriotas más.