Ganancias Deportivas: espejitos de colores en pleno Siglo XXI

Definida la cuestión de la competencia y con la certeza de que será la justicia provincial quien investigue la posible comisión de delitos por parte de los responsables de la estructura “Ganancias Deportivas”, el tema merece algunas reflexiones.
Lo que originalmente se presentaba como una oportunidad de inversión y negocios con dividendos que ninguna otra actividad lícita otorgaba, fue transformándose en una de las opciones más elegidas por nuestros coterráneos a la hora de disponer de sus ahorros. Incluso, con el correr de los meses y la presunta bonanza de algunos de los “asociados”, muchos sanrafaelinos pidieron dinero prestado, dejaron sus trabajos o solicitaron créditos para ingresar en la estructura de GD.
Sin embargo, lo que siempre criticaron y no creían en la llamativa “bondad” del sistema, asegurando que se trataba solo de un sistema piramidal de inversiones o “Ponzi”, tuvieron razón con el correr de los meses. A mediados del año pasado, la “empresa” desapareció y llevó a mucha gente a la bancarrota.
Históricamente, existe una característica central en este fenómeno: los esquemas piramidales suele tener éxito en comunidades poco formadas o en aquellas donde sus integrantes sobrevaloran su inteligencia. La cantidad de sanrafaelinos afectados debe llevarnos, indefectiblemente, a pensar en cuál de los dos grupos nos encontramos. Imaginar que un sistema entregará dividendos por encima de lo que generan las grandes empresas a nivel mundial no es más que una mezcla de avaricia y candidez. En los ámbitos económicos y financieros, nada es milagroso ni nadie regala dinero.
Ahora la pelota pasa al campo de la justicia, que deberá determinar quiénes son los responsables de este accionar, a todas luces estafatorio. Quienes presentaban la “empresa” como un milagro tienen alguna responsabilidad, más allá de que ahora afirmen ser víctimas.
La lección, tanto para afectados como para los promotores del esquema, deberá será aprendida. Caso contrario, cualquiera tendrá la chance, más temprano que tarde, de volver a vendernos espejitos de colores.