P: ¿Por qué todavía nos resistimos a muchos de esos cambios?
JC: La resistencia humana es natural y lógica, existe en cualquier proceso de transformación y adopción tecnológica, siempre están quienes la adoptan temprano y los rezagados. Pero hay que destacar que la Argentina es el país de la región con mayor adaptabilidad, más por ejemplo que Brasil y México, quizás porque estamos acostumbrados a los cambios. Por eso también somos exportadores mundiales de talentos en tecnologías emergentes, con empresas que en recursos humanos no están para nada por detrás de las potencias.
P: ¿Cómo puede influir el coronavirus en el proceso de cambio?
JC: La pandemia está obligando a muchas industrias productivas a hacer un “pase rápido” a la transformación digital. De una semana a otra, muchos empezamos a trabajar en forma remota, las escuelas y universidad a dar clases online, negocios minoristas debieron acudir al comercio electrónico para seguir existiendo. Es un punto de inflexión para muchas industrias. Hay 70 países en cuarentena obligatoria, el 35% de los habitantes del mundo están en sus casas; son datos que obligan a adaptarse de manera forzosa, ya no es opcional. El teletrabajo y la educación a distancia no eran algo nuevo, pero ahora veremos muchas más iniciativas y culturas organizacionales que los promuevan.
En su primer libro, Cwaik analiza el impacto de las nuevas tecnologías.
P: ¿De qué manera deberían adecuarse las empresas e industrias?
JC: El salto tecnológico en las compañías puede producirse en dos niveles: uno es el más disruptivo y se basa en el uso de las tecnologías emergentes. Pero en la Argentina y Latinoamérica tiene grandes resultados la innovación de procesos, es decir, descubrir un avance en un determinado eslabón de la cadena de producción. Hay cientos de recursos en ese campo, e incorporar algunos de ellos puede impactar más en una pyme que adoptar una tecnológica muy disruptiva. Hay que tomar la tecnología como una herramienta para mejorar procesos y establecer modelos productivos para entornos variables, debemos salir de esas dos grandes visiones que dicen que nos salvará a todos o nos destruirá. La tecnología no es AR2R2 ni Terminator.
P: ¿Cuál de las 7 revoluciones que describís tomará la delantera?
JC: En el mundo empresarial pyme la que más impacta hoy es el análisis de datos, está jugando un papel fundamental para comprender el mundo. Con Internet, en el futuro la información carecerá de valor como tal porque puede obtenerse en milisegundos, pero la gran pregunta es qué hacemos con ella. Por eso los modelos predictivos para saber qué sucederá con las tendencias tienen una enorme importancia. Y no hay que implementar grandes transformaciones, solo rever la cultura organizacional, ser muy conscientes de las tecnologías y sus impactos y adoptarlas. Quien se anime a hacerlo tendrá una gran ventaja, no es un tema de recursos económicos.
P: ¿Qué atributos debe tener una ciudad para ser considerada inteligente?
JC: Se trata de promover que los procesos de sus habitantes sean cada vez más eficientes, algo clave si pensamos que en el futuro habrá más ciudades y cada vez más gente en ellas. Las ciudades son el primer lugar de adopción de tecnología emergente. Pero diseñar una ciudad inteligente no se trata de poner Wi Fi en subtes y colectivos, sino de desarrollar Internet de las Cosas, disponer sensores que detecten una posible inundación o aplicar soluciones que la hagan más sustentable.
Fuente: Ámbito