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viernes 19, de abril , 2024

La mamá de la nena que huyó de su casa y apareció muerta: “Yo no dejé sola a mi hija, era su sombra”

Sol Morales había estado cocinando y vendiendo empanadas y pastelitos entre los vecinos de Cinco Saltos, Río Negro. El domingo pasado almorzó con Morena (11) y sintió ganas de acostarse un rato para luego retomar el trabajo. Fue cuando escuchó el ruego de la tercera de sus cuatro hijos.

-Mami, ya que te estuve ayudando toda la mañana, ¿me dejás salir a jugar un ratito a la puerta?

La mujer (31) dudó y ese instante de vacilación la enfrentó con los dilemas de su pelea diaria. “Vivía encerrada con ella bajo llave porque sabía que, por sus problemas, no me podía descuidar un segundo”, le cuenta a TN con una voz que suena quebrada por la angustia: “Como More estaba con su hermanita, estaba también la señora de enfrente, había vecinos en la calle y sentía que ella casi nunca salía de estas cuatro paredes, la dejé”.

El dolor de la mamá de la nena que huyó de su casa en Río Negro y la encontraron muerta: “Ella ya se había metido en ese canal dos veces”

La mamá no llegó a cerrar los ojos. Minutos después, Taína (9) entró a la casa y le contó que su hermana había salido corriendo. Sol se alarmó y salió a buscarla. Un rato más tarde, al no tener noticias de Morena, reportó la desaparición al 911.

Luego de varias horas de rastrillajes a cargo de Bomberos, la Brigada Rural y agentes de la Comisaría 43°, la nena fue encontrada muerta en el canal de riego principal de esta ciudad que se levanta sobre el margen izquierdo del Río Neuquén. Cerca de las 22:00, uno de los operarios de la usina eléctrica vio su cuerpo a través de las cámaras de seguridad y dio aviso a la Policía.

Los resultados de la autopsia realizada en la Morgue Judicial de General Roca serán cruciales para esclarecer las causas de la muerte. Se cree que Morena se ahogó tras caer a las aguas del canal.

Morena tenía 11 años y sufría epilepsia refractaria y trastornos psiquiátricos. (Foto: Facebook / Sol Sol Morales)
Morena tenía 11 años y sufría epilepsia refractaria y trastornos psiquiátricos. (Foto: Facebook / Sol Sol Morales)

“Ella ya se había metido en ese canal dos veces, cuando estaba bajo. Le dije muchas veces que era peligroso y le pedí por favor que no se metiera ahí porque se podía ahogar”, lamenta la mamá. “Tengo que juntar fuerzas y seguir por mis otros tres hijos (Mauricio, 18; y Agustín, 13; además de Taína), pero no sé cómo voy a salir de este dolor”.

Cuenta Sol que su hija había iniciado un tratamiento psiquiátrico con medicación dos semanas antes, luego de varios meses de lidiar con la burocracia estatal. La mamá no tenía obra social desde que había renunciado a su trabajo en un restaurante. El motivo: la condición de salud de Morena le demandaba más presencia en su casa. “El papá nunca estuvo. Nos separamos cuando More tenía 2 años y se fue. Volvió ahora, con lo que pasó”, menciona.

“Mi hija se cortaba a propósito, rompía vidrios y yo ya no sabía qué hacer”

Sol encontró en la venta de empanadas y pastelitos una vía para sobrevivir y, al mismo tiempo, convertirse en la sombra de Morena. “Hacía que me ayudara para que tuviera una actividad en casa y no despegarme de ella”, comenta, y vuelve sobre los trastornos que aquejaban a la nena: “Ella no podía estar sola nunca. Por sus convulsiones, o porque de repente se escapaba. Mi hija corría y, si te dabas vuelta un segundo, no la veías más. Yo vivía así todo el tiempo”.

La mamá describe que, en las últimas semanas, Morena “se cortaba a propósito, rompía vidrios. Yo ya no sabía qué hacer”.

Vista aérea de Cinco Saltos y el canal donde encontraron muerta a Morena. (Foto: Cincosaltos.info)
Vista aérea de Cinco Saltos y el canal donde encontraron muerta a Morena. (Foto: Cincosaltos.info)

Hice todo lo posible por conseguirle un acompañante terapéutico. Quería que estuviera activa y estimulada, pero al estar sin obra social era muy difícil. Como no tenía trabajo y cuando tuve era en negro, dependía del Estado para todo. Ya no sabía cómo buscar ayuda”, amplía Sol.

Morena iba a la escuela, aunque no sabía leer. Y más allá de las alteraciones en su salud mental, había sido diagnosticada con epilepsia refractaria, según cuenta su mamá. Las convulsiones podían despertarse en cualquier momento y el sufrimiento de la nena se volvía más grande: “Ella tenía problemas neurológicos, más allá de los psiquiátricos. El médico me dijo que teníamos que solucionar la base neurológica para poder avanzar en la psiquiátrica. Lo primero era sacar las convulsiones”. Para eso, la nena debía ser operada.

Este año, Sol llevó a su hija a un médico de Cipolletti que la había tratado en 2018, cuando Morena estuvo 40 días internada debido al agravamiento de las alteraciones en su actividad cerebral. “Tuvo 200 convulsiones en dos horas y media”, recuerda.

El profesional la instó a iniciar los trámites para que la chiquita fuera tratada en Buenos Aires. “Viajamos dos veces. En una oportunidad se escapó del hotel. A esa altura ya no había tratamiento que resultara”, describe.

Morena Prado desapareció el domingo pasado. Ese mismo día hallaron su cuerpo. (Foto: Facebook / Sol Sol Morales)
Morena Prado desapareció el domingo pasado. Ese mismo día hallaron su cuerpo. (Foto: Facebook / Sol Sol Morales)

El derrotero de una madre en busca de ayuda para su hija: “Vivía para ella”

La distancia entre Cinco Saltos y la Capital Federal se había convertido en un obstáculo adicional y, entonces, Sol acudió al Hospital Castro Rendón, en Neuquén. “Había que operarla y desde Neuquén mandaron a pedir la documentación a Río Negro, pero en Río Negro rechazaron la cirugía con el argumento de que la nena estaba siendo tratada en Buenos Aires”, cuenta.

“Pedí por favor a la Secretaría de Salud provincial que autorizara la operación, que eran muy estresantes para mi hija los viajes a Buenos Aires y yo no tenía recursos. Me pidieron que tuviera paciencia. Mirá en qué terminó la paciencia”, lamenta.

La mamá puede identificar el momento preciso en que los trastornos cerebrales comenzaron a minar el camino de Morena. “Tenía 3 años y 11 meses. En ese momento yo trabajaba en Rincón de los Sauces (Neuquén). Venía siete días, me iba diez. Mi mamá se quedaba con mis hijos”, evoca. “Estuvimos internadas un mes ahí. Después siempre estuvo controlada, hasta que en los últimos tiempos las convulsiones y los trastornos en la conducta se hicieron más frecuentes”.

Son días en que la culpa, además del dolor, se apodera de Sol: “No sé si fallé como mamá. Me duele que en las redes sociales haya gente diciendo que yo dejé sola a mi hija, cuando yo vivía para ella. Era como su sombra”.

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