La necesaria prudencia de los famosos

Como tantos otros actores que no son centrales dirigentes de nuestra sociedad, pero que tienen cierto poder a la hora de formar opinión pública y que –también hay que decirlo– son consultados periodísticamente cuando las noticias escasean, Susana Giménez volvió a protagonizar esta semana una polémica con algunas declaraciones que realizó: al hablar de la realidad económica del país, la conductora indicó que sus deseos para 2020 son: “Que se arregle todo de una vez. Que dejen de hablar de la pobreza, y si hay mucha pobreza, que la gente vaya al campo. Nosotros fuimos siempre el granero del mundo y hay que enseñarle a la gente, por ejemplo, del Norte, a plantar, a tener gallinas en el gallinero. Qué sé yo, cosas…”.
Instalada desde diciembre en Punta del Este, el costoso balneario uruguayo que es su residencia histórica durante la temporada estival, Giménez volvió a generar repercusión con sus palabras y cosechó, en general, críticas por lo que aparece como una visión simplista y sobre todo bastante poco empática con la realidad económica de muchos de sus y nuestros compatriotas.
Esta no es la primera vez que Susana Giménez genera críticas con sus declaraciones. En 2009 y tras el asesinato de su florista Gustavo Lanzavecchia en un hecho de inseguridad ciudadana, la estrella de TV lanzó: «El que mata tiene que morir. Basta de derechos humanos para los que matan».
Está claro que los periodistas y los medios de comunicación tenemos bastante responsabilidad a la hora de reclamarle expresiones sentenciosas sobre temas complejos a actores sociales que, si bien son célebres, no siempre están preparados (ni están obligados a estarlo) para responder al respecto, con el riesgo muchas veces concretado de decir cualquier cosa. No obstante, ese mismo carácter muchas veces autodeclarado y siempre aprovechado de “referente” o de “líder de opinión” que esos famosos ostentan debería imponerles a ellos mismos una dosis mayor de prudencia que al ciudadano medio a la hora de expresarse.