En momentos en que el mundo recuerda el horror de los ataques atómicos de Estados Unidos contra Japón (en agosto de 1945), el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, calificó de «totalmente inaceptable» que los países que poseen armas atómicas consideren la posibilidad de iniciar una guerra nuclear. El titular de la ONU dijo que «las armas nucleares no tienen ningún sentido» y que, a más de tres cuartos de siglo de aquella barbarie, la comunidad internacional debe preguntarse qué enseñanzas obtuvo «de la nube en forma de hongo».
El mensaje de Guterres adquiere por estas horas una especial significación debido a la multiplicación de conflictos en distintas regiones del planeta y a la creciente tensión entre Estados Unidos y China, que alcanzó un punto crítico con la polémica visita a Taiwán que realizó la presidenta de la Cámara de Representantes de EEUU, Nancy Pelosi, y que desató una serie de ejercicios militares del gigante asiático con fuego real en los alrededores de la isla, en lo que es considerado el mayor despliegue de fuerza bélica de China contra Taiwán de las últimas décadas.
Por su parte, la directora ejecutiva de la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares, la abogada sueca ganadora del Nobel de la Paz en 2017, Beatrice Fihn, dijo la semana pasada en Nueva York que Estados Unidos, China, Francia y Rusia «están violando sus obligaciones de desarme» y «aumentando el riesgo de una catastrófica guerra nuclear».
Estados Unidos, Rusia, China, el Reino Unido y Francia, son los países que poseen el mayor número de armas nucleares. También tienen armas de destrucción masiva, aunque en menor cantidad, Corea del Norte, India, Israel y Pakistán. Es de esperar que los líderes de las potencias mundiales pongan un freno a la carrera armamentista y retomen las conversaciones para avanzar con los programas de desarme, ya que el poder destructivo de estas armas representa no solo una grave amenaza para sus países, sino también para la supervivencia humana.