En su primera aparición pública luego de que un juez de la Corte Suprema de Brasil anulara todas las condenas en su contra en la megacausa Lava Jato, el ex presidente Lula agradeció ayer la solidaridad de diversos dignatarios (ver aparte), denunció ser víctima de «la mayor mentira jurídica en 500 años de historia nacional», criticó al magistrado que lo encarceló, Sergio Moro, y, aunque declinó confirmar si competirá en los comicios generales de 2022 casi que inició su campaña proselitista al dedicar buena parte del discurso a defenestrar al actual Jefe de Estado, Jair Bolsonaro, sobre todo por su política sanitaria anticoronavirus, y a lanzar una consigna: «Hay que impedir su reelección».
«Mi cabeza no tiene tiempo para pensar en una candidatura -afirmó el veterano líder petista en la conferencia de prensa que ofreció en la sede del sindicato de los metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo, en Sao Paulo, su cuna política-. Sería pequeño si lo hiciera en este instante; hay otros temas más importantes para el país, donde resulta necesario generar acciones para ponerlo a andar». Igualmente, lejos estuvo de descartarla pues enseguida explicó que su postulación al Palacio del Planalto «sólo se decidirá el año que viene», cuando el Partido de los Trabajadores resuelva si se presenta solo o lo hace como parte de un «frente amplio».
EN CLAVE DE CAMPAÑA
El otrora mandatario, que se presentó ante los periodistas luciendo un barbijo rojo, pidió permiso para quitárselo a fin de que lo escucharan mejor y rendirle un «homenaje a las víctimas del covid-19», tras lo cual aseveró: «Quiero hacer propaganda para que el pueblo no siga ninguna decisión imbécil del presidente o de su ministro de Salud (Eduardo Pazuello). ¡Acepten la vacuna!». Para dar el ejemplo, agregó que se inoculará la semana próxima y que no le importa de qué país vienen las dosis. No obstante, aclaró que aguardará a que la crisis sanitaria esté controlada para volver al «ruedo» y recorrer el país.
«La muerte se ha naturalizado (ver recuadro). Muchas podrían haber sido evitadas si el gobierno hubiera hecho lo elemental, pero Bolsonaro está más preocupado en que el pueblo tenga más armas -completó al borde del llanto-. La gente no está precisando de armas, está precisando de empleo, salario, de libros».
Pese a que tiene 75 años, confesó «sentirse joven para pelear» y alardeó de que la «palabra desistir no existe» en su diccionario, despertando los aplausos de una treintena de seguidores.
«Brasil está totalmente desordenado porque no tiene Gobierno. No cuida la economía, el empleo, los salarios, el medioambiente, la educación, a los jóvenes», continuó pegándole al Ejecutivo.
«A pesar de las divisiones debemos restaurar el diálogo político», propuso enganchado así la repuesta a la pregunta de una cronista sobre la inquietud de los mercados por su posible candidatura: «Estoy dispuesto a hablar con banqueros para que vean que no soy un demonio».
CONFESIONES
Lula admitió estar «herido» por sus casi 600 días en prisión, pero juró que no guarda rencores a nadie ni rabia. «Toda la amargura acabó. Estoy muy tranquilo», resumió. Sí remarcó que la «presión judicial» que sufrió «aceleró» el accidente cardiovascular que se cobró la vida de su esposa, Marisa Letícia Rocco. También recordó que mientras estuvo preso le impidieron acudir al entierro de su hermano Genival Inácio.
«Si hay un brasileño que tiene razones y muchos y profundos rencores soy yo, pero no tengo porque el padecimiento por el que está pasando el pueblo brasileño, las personas pobres, es infinitamente mayor que cualquier crimen que cometieron contra mí. No hay mayor dolor que levantarse cada mañana y no tener un café, un panecillo para el desayuno», remató.
BATALLA JUDICIAL
«Estaba seguro de que la verdad vencería y ese día llegó», celebró el veterano político, quien calificó a Moro del «más grande mentiroso» y sentenció: «Un ídolo de barro no dura mucho».
«Seguiré luchando en los tribunales para demostrar su parcialidad», avisó sin olvidarse de los fiscales del Lava Jato, quienes «deben estar sufriendo mucho más de lo que yo sufrí, porque saben que cometieron un error y yo sabía que no lo había cometido».
