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  • Todas las cosas son imposibles, mientras lo parecen. | Concepción Arenal

martes 23, de abril , 2024

Nos guste o no, todos somos políticos

De un tiempo a esta parte, es común escuchar “es mejor estar fuera de la política” o “para qué votar si son todos iguales”, y toda una serie de improperios hacia quienes integran la clase dirigencial política partidaria, de unos y otros colores, a nivel departamental, provincial o nacional. Generalmente, los así opinantes encarnan en esas frases las decepciones y/o perjuicios que han padecido y padecen por obra de quienes nos dirigen, tanto en los oficialismos como en las oposiciones. Lo que no parece tenerse en cuenta, sin embargo, es que esa categoría es apenas una parte, ínfima, de todo lo que supone, significa e importa la política como totalidad.
“Allí donde los hombres conviven en un sentido histórico-civilizatorio, hay y ha habido política”, afirma la filósofa alemana Hannah Arendt en su obra “La promesa de la política”. Así, desconfiar o despreciar la política sería abdicar de la posibilidad humana de convivir.
La misión y fin de la política “es asegurar la vida en el sentido más amplio”, dice Arendt. “Es ella quien permite al individuo perseguir en paz y tranquilidad sus fines. No puede haber libertad sin política y viceversa”, señala la pensadora. “La política es un ámbito que permite dar durabilidad a los asuntos humanos”, continúa. “Esto significa un ámbito que permita la trascendencia, ir más allá de lo inmediato, andar en dirección de una visión. La promesa de la política es la de aprender a vivir juntos en lo diverso, de organizar comunidades esenciales a partir del caos absoluto de las diferencias”, según la pensadora alemana.
Claro que cuando los fines y la trascendencia de la política son menoscabados y hasta dejados infamemente de lado por algunos de sus protagonistas con actos de corrupción, con la utilización de los instrumentos políticos para intereses particulares, con medidas que provocan el malestar de los dirigidos, estos últimos se sienten traicionados. Y con razón. Quizás esté allí el origen de las sentencias del comienzo de esta nota. Sin embargo, la historia demuestra que es solo a través de la política –con protagonistas preparados para ello- como las comunidades evolucionan.

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