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viernes 19, de abril , 2024

Primer debate por jurado en el Polo Judicial: perpetua para el homicida de una mujer

El fiscal Javier Pascual desarrolló un alegato claro y preciso en la última parte del primer debate por jurado en el flamante Polo Judicial de Mendoza. Duró poco más de una hora y se basó en la prueba más importante para acusar a Matías Joel Albornoz por el crimen de Elsa «Kita» Torfe (66), perpetrado la mañana del 8 de abril del 2016 en el departamento de Tupungato.

Profundizó sobre un guante hallado en el teatro del hecho en el interior de una mochila que no pertenecía a la víctima. Esa prenda que cubre las manos contenía material genético (ADN) y un cotejo que realizaron los investigadores años después resultó positivo con quien se sentó en el banquillo.

La prueba directa fue suficiente para que el jurado popular integrado por seis mujeres y seis varones encontrara culpable la noche de este jueves a Albornoz de los delitos de homicidio criminis causa y tentativa de robo. La declaración permitió al juez técnico que lideró proceso, Horacio Cadile, condenar a prisión perpetua al homicida.

De nada sirvieron las últimas palabras del matador ante las partes, principalmente apuntando al jurado, para intentar despegarse del hecho: «Soy completamente inocente. No conozco Tupungato, Tunuyán…Soy completamente inocente de lo que me están acusando».

De la investigación y también del debate se desprendió que a la víctima no la mató un solo malviviente. Al menos otros dos sujetos ingresaron a la propiedad de Torfe entre las 10.20 y las 10.30 del día citado, donde tenía una despensa, para robarle algunas pertenencias. Nunca se supo si le sustrajeron dinero en efectivo u otros bienes materiales, pero sí que Torfe fue brutalmente asesinada a golpes y asfixiada.

Pascua detalló que los hombres que atacaron a Torfe, entre ellos, Albornoz, la llevaron hasta una habitación y la golpearon salvajemente. La tiraron al suelo y le pusieron un colchón encima. Saltaron unas diez veces arriba de ella y el provocaron nueve fracturas en las costillas. La ataron de pies y manos con precintos y le introdujeron un can can en la boca para callarla. Esto provocó que dejara de existir asfixiada.

El conmocionante hecho motivó una profunda instrucción en el Valle de Uco. Pero no fue una tarea sencilla atrapar a Albornoz. Tres años después del asesinato de Torfe, una comparación genética permitió identificar al joven condenado este jueves a la pena máxima.

Cuando trabajó Policía Científica en la escena, halló un guante tirado. Esa prenda tenía bordes azules. Se guardó durante años y el Cuerpo Médico Forense (CMF) encontró restos biológicos que sirvieron para conocer que pertenecía a Albornoz gracias al banco o base de datos de ADN con el que cuentan los investigadores de la provincia.

“Llevaba la mochila y fue a robar”, aseguró Pascua ante el jurado. Y agregó: “Actuaron no menos de tres personas. La golpearon (a la víctima) y la mataron”.

La defensa, representada por Raúl Sánchez y Gonzalo Castro, aseguró que su cliente no estuvo en el teatro del hecho, que la prueba principal (el guante) fue plantada y que hubo una “mala investigación”.

Lo cierto es que, después de más de cuatro horas de deliberación, el jurado popular dio a conocer el veredicto y halló culpable a Albornoz de los delitos de homicidios criminis causa y tentativa de robo.

La escena: la mujer de 66 años asesinada y su cuerpo ocultado entre prendas de vestir y un colchón.

Pasaron más de cinco años

Elsa Kita Torfe tenía 66 años cuando fue asesinada. La mañana del 8 de abril del 2016 abrió su despensa y tomó mates con una amiga que la visitaba cotidianamente. Antes de las 10.30, malvivientes “con el dato” ingresaron al lugar en búsqueda de dinero u otros bienes.

Llevaron a la víctima hasta una habitación y la golpearon. La inmovilizaron con precintos plásticos y cinta adhesiva y la tiraron al suelo. También le taparon la boca con una media. Torfe fue arrastrada. Los homicidas le tiraron un colchón encima y saltaron sobre ella hasta matarla.

Antes de escapar, tiraron el cadáver sobre una cama e intentaron ocultarlo llenándolo de ropas y otro colchón. El objetivo era ganar tiempo para escapar. No hubo testigos que reconocieran a los malvivientes.

Una sobrina y otras personas llegaron minutos después a la casa ubicada sobre calle Almirante Brown y se encontraron con las habitaciones de la propiedad revueltas.

Cuando detectaron que Torfe yacía sobre una cama, la sacaron e intentaron reanimarla. Llamaron al 911 y personal médico y policial llegó hasta la escena.

Los profesionales de la salud constataron la muerte y los investigadores iniciaron la búsqueda de pruebas para intentar hallar a el o los culpables.

Después de meses de búsqueda y, gracias al match positivo de ADN, Albornoz, quien es oriundo del Gran Mendoza y fue hasta el Valle de Uco para dar el golpe, terminó siendo capturado.

Elsa Torfe fue asesinada en su casa de calle Almirante Brown, en Tupungato.

Fuente y fotos: Gentileza el Sol

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