Dios estaba creando el mundo y ponía nombre a los animales:
– Tu eres gallina, tu eres caballo, tu eres burro, tu eres elefante… y siguió poniéndoles nombre.
Al poco rato el burro pregunta:
– ¿Yo qué era?
– Burro… A los dos minutos:
– ¿Cómo me llamaba yo?
– ¡Burro! Y así una docena de veces más… y le vuelve a preguntar:
– ¿Cómo es que me llamaba yo?
– ¡Burro idiota!
– Cuando me estaba aprendiendo el nombre me pone apellido!