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jueves 2, de mayo , 2024

Tienen más de 70, él quería ser piloto y ella le cumplió el sueño

La historia de amor entre Gladis Vega (72) y Eduardo Tobares (73) podría encuadrar perfectamente para una película romántica de Hollywood. Se conocieron en 1987, en una parada de colectivo de Alem y San Juan de la Ciudad de Mendoza, y desde entonces no se separaron.

Pasaron momentos buenos y también momentos tristes. Se casaron y se fueron a vivir a Canadá y, después de que Gladis superó una terrible enfermedad, decidieron volver a Mendoza. Hoy, están radicados en Maipú y ella lo empujó a cumplir su sueño: ser piloto de avión.

Todas las semanas, el matrimonio viaja a San Martín para que Eduardo tome sus clases en el Aero Club San Martín. Gladis lo ayuda a estudiar la parte teórica y confesó que hasta inspecciona la nave antes de que su esposo se suba.

Eduardo con su instructor Hugo Gasparoni.

«Eduardo no se decidió a ser piloto, la que decidió fui yo», dijo la mujer y soltó una risa cómplice, mientras lo miraba con amor a su marido. «Mi esposo es una persona muy compañera, me cuida mucho, me motiva a viajar con mis primas. Él es muy hogareño, pero siempre tenía la ilusión de ser piloto. Solucionamos algunos problemas que teníamos y lo llevé a que se hiciera los estudios para poder subirse a un avión. Cuando nos dijeron que estaba todo bien, nos fuimos a San Martín», contó entusiasmada Gladis.

«Estoy muy contento y agradecido. Debo agradecer a Hugo Gasparoni, mi instructor, y a Facundo Matías, quienes me dieron el último empujón», señaló Eduardo y explicó que cuando está en el aire se concentra para realizar todas las maniobras que su profesor le indica, aunque su mayor preocupación es al momento del aterrizaje: «Esto le ocurre a todos los aprendices de piloto de avión. Cuando uno está en el aire es muy difícil que se estrelle, pero en el aterrizaje hay serias posibilidades de que eso ocurra. Los instructores son excelente y cuando estoy en el aire me concentro en lo que me enseñan», explicó Tobares.

Ser compañeros y estudiar mucho

Cuando Eduardo y Gladis se conocieron, él trabajaba en el rubro de electrónica y telefonía y ella en un comercio. «El noviazgo fue corto, duró un año, pero nos veíamos solamente los sábados y los domingos, lo que más me atrajo de él era el respecto hacia las mujeres», contó Gladis y agregó: «Nos acompañamos en todo. Somos un pilar mutuo». 

Sin dudas, la historia de Eduardo demuestra que los sueños se pueden cumplir a cualquier edad: «Lo que le decimos a las personas es que lo que se propongan en la vida, lo hagan. Con sacrificio y mucho estudio los objetivos se logran. Luchando se puede todo en esta vida y tirando siempre los dos juntos para el mismo lado», finalizó el matrimonio.

Fuente y fotos: Gentileza El Sol

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