El Jefe de la Casa Blanca, Donald Trump, presentó su plan de paz para Medio Oriente que describió como una «solución realista de dos Estados», una oportunidad «en la que todos ganan» y la iniciativa «más detallada» de todas las que desde hace décadas intentan resolver este largo conflicto, autoelogios que no lograron convencer a los palestinos, que rechazaron la propuesta de manera tajante (ver aparte).
El pomposamente denominado Acuerdo del Siglo tiene más de 70 páginas y sus puntos principales son los siguientes:
* Respalda la anexión por parte del Estado hebreo del valle del Jordán, que constituye alrededor del 30 por ciento del territorio de Cisjordania.
* Duplica con creces la superficie actualmente bajo control de la ANP, pero también reconoce la soberanía judía sobre importantes bloques de asentamientos, cuya construcción quedará congelada por cuatro años, período durante el cual las partes negociarían un convenio global.
* La conexión de Gaza y Cisjordania será a través de túneles y puentes.
* Promete una millonaria inversión de 50.000 millones de dólares para duplicar el PBI palestino y crear un millón de empleos.
CONFUSION
La iniciativa, elaborada por el yerno y asesor del líder republicano, Jared Kushner, ofrece más concesiones a los palestinos de lo que se esperaban. Incluso el magnate, que inicialmente garantizó que Jerusalén seguiría siendo la «capital indivisible» de Israel, minutos después dijo que la ANP tendrá una capital en el este de la Ciudad Santa, donde EE.UU. «abrirá orgullosamente una embajada».
Acompañado por el primer ministro judío, Benjamín Netanyahu, Trump admitió que desde «hace mucho vengo apoyándolos a ustedes, pero deseo que esta propuesta sea también un gran acuerdo para los palestinos y una oportunidad histórica para que concreten su estado independiente».
«Podrían no volver a tener una oportunidad así nunca más», le metió presión a la ANP.
QUE MOMENTO
La ceremonia en la Casa Blanca se desarrolló en momentos en que el Senado local realiza un juicio político al Jefe de Estado y el Parlamento israelí iba a debatir la posibilidad de retirarle a Netanyahu su inmunidad para que pueda ser procesado por cargos de corrupción, algo que finalmente no sucedió porque el premier acabó retirando tal petición, por lo que el fiscal general elevó formalmente ante los tribunales la acusación por corrupción contra el mandatario.
