Verónica y Valeria Carrión son dos hermanas que trabajan en la penitenciaria, se capacitaron y ahora son juezas de Paz que casan presos en toda la provincia.
Tener una boda en la cárcel podría no ser el ideal de una pareja, sin embargo, sellar el pacto de amor se vive con la misma emoción que en cualquier oficina del Registro Civil de Mendoza.
“Empezamos hace dos semanas, ya hemos casado a nueve internos y hay muchas consultas”, afirmó Verónica desde la oficina del Registro Civil “Edith Susana Pereyra”, que funciona en el Complejo Penitenciario NºI Boulogne Sur Mer.
A través del Decreto 1339/21, del 8 de septiembre de este año, el gobernador Rodolfo Suarez permitió delegar y asignar las funciones de oficial público del Registro Civil a personal penitenciario para la atención de las personas privadas de la libertad.
“El único derecho que han perdido los internos es el de la libertad, pero no el de casarse y ahora se puede dar con más facilidad”, dijo la mujer, quien afirmó que antes de esta normativa a los reclusos les costaba tramitar un turno y que el juez de Paz quisiera prestar servicio allí.
Verónica se desempeñaba hasta hace un tiempo en San Felipe, es profesora de Educación Física, tiene 46 años y comenzó a trabajar a los 24 años en el Servicio Penitenciario. Mientras que Valeria, que es un año menor, inició a los 22 en Boulogne Sur Mer y fue la primera mujer del GEOP (Grupo Especial Operación Penitenciaria) de Mendoza. Además, estuvo en la División Búsqueda de Prófugos.
Hace unos años comenzaron a hacer tareas administrativas, manejando la documentación de los internos y fue así como Verónica fue nombrada coordinadora provincial de la oficina «Edith Susana Pereyra».
Tras el Decreto provincial, fueron instadas por el director del Registro Civil, Sebastián Cremaschi, a capacitarse y se convirtieron en juezas de Paz.
“Antes, los casamientos lo realizaba una mujer que trabajaba en la sede de este organismo ubicada en Eureka, en el Parque General San Martín, pero se jubiló y ningún oficial público quiso ingresar más al penal”, aseguró la mujer, quien indicó que no es fácil trabajar en contexto de encierro.
Hasta el momento han realizado 9 matrimonios de internos con sus novias, quienes se encuentran en libertad, y llegaron con los testigos de afuera.
“Vamos a ir por todos los complejos penitenciarios. Empezamos en San Felipe, luego con Boulogne Sur Mer y seguiremos en Cacheuta. En realidad quieren que abarquemos todo, desde el ex Cose hasta la penitenciaría federal, que no lo van a hacer desde afuera”, dijo Carrión.
Ellos vestidos con camisa y moño; y ellas, de blanco y ramillete de flores. Nada les quita la ilusión a los convictos quienes también se colocan las alianzas. Incluso, tienen cerca de una hora para festejar con torta tras sellar el pacto de amor y luego tienen una visita íntima.
“El vínculo con los internos es totalmente diferente. Es el evento más importante de sus vidas y vos los estás casando. Les hablamos, les explicamos que es un compromiso para toda la vida y ellos se emocionan. Están muy felices y muy atentos a los que se les está leyendo”, comentó.
Y agregó: “El viernes pasado, uno me dijo ‘es la primera vez que me hacen firmar y no me hacen poner la huella dactilar’”.
En la mayoría de los casos son jóvenes de unos 30 años y por el momento no han realizado ningún matrimonio igualitario. En tanto, esperan que se resuelva el trámite administrativo para casar a una pareja constituida por un hombre y una mujer que se encuentran cumpliendo condena en distintos penales.
Fuente: El Sol
