SECCIONES
  • El valor de una idea radica en su uso. | Thomas Edison

lunes 27, de mayo , 2024

Trece crímenes para evitar un terremoto: la historia del asesino que mataba porque sus víctimas se lo pedían por telepatía

A inicio de los años ´70, el gobernador de California, Ronald Reagan, cerró todos los hospitales psiquiátricos. Inmediatamente se extendió por California una sucesión de asesinatos cometidos por dementes. La razón de Reagan era disminuir los gastos y fundar centros de salud. Sólo se disminuyeron los gastos porque los centros de salud jamás se vieron. Esta situación provocó que el sector privado dedicado a la salud mental tuviese fuertes ganancias pero los enfermos psiquiátricos sin cobertura terminaran en la cárcel o en la calle.

Herbert Mullin declaró que mataba para salvar vidas, una paradoja incomprensible para una persona cuerda pero perfectamente normal para la mente de un loco. Había nacido el 18 de julio de 1947. Su infancia, a diferencia de la de tantos otros asesinos en serie, había sido normal. Era hijo de un veterano de la Segunda Guerra Mundial que al regresar de Europa se puso una mueblería. Su mamá era ama de casa. En 1963 los Mullin fueron a Santa Cruz. Herbert se empleó en la oficina de correos y llevaba muy bien sus estudios y también su actividad deportiva.

Voces en la cabeza de Herbert Mullin

Sus padres fueron los primeros en percatarse del desequilibrio mental de su hijo cuando les dijo que escuchaba voces en su cabeza y, además, cuando respondía como si fuera otra persona aunque no una vez sino varias, o sea estaba desarrollando diversas personalidades. En ocasiones, Herbert decía ser un boxeador, otras un ciudadano mexicano, un yogui o un hippie. También tenía actitudes autolesivas y dañinas, como apagar cigarrillos en su piel o golpear la pared con sus puños creyendo que tenía enfrente a una persona que quería agredirlo.

Un muchacho despierto salvo por esos pensamientos que lo dominaban que le hacían creer que sus padres, por medio de la telepatía, le ordenaban a sus amigos de la escuela que lo dejaran a un lado. Por lo demás, todo normal. Tenía, como tantos, un amigo que le decía: “Tomá, probá, que te va a hacer sentir mejor”. Ese amigo se llamaba Jim Gianera y lo que le dio era cocaína.

Pero Mullin seguía su camino. Estudió ingeniería e hizo un curso sobre religiones orientales que lo terminó de desquiciar porque no entendió nada o entendió lo que él quiso entender. Comenzó a tomar LSD. Esta droga le gustó tanto que incluso se tatuó en la panza la frase “legalicen”. Los episodios psicóticos alarmaron ya a sus padres que lo internaron y los médicos diagnosticaron paranoia esquizofrénica. Permaneció cuarenta y cinco días en un hospital psiquiátrico y luego fue ingresado a otro hospital y luego a otro y después a otro, así durante dos años. Pero la ley Reagan lo terminó de sacar del sistema de salud.

Los crímenes de Herbert Mullin

El 13 de octubre de 1972 vio a un indigente en la carretera, detuvo su auto, se bajó con un bate de beisbol y lo mató a palazos. La víctima se llamaba Lawrence Whitre y tenía 55 años. La siguiente víctima fue una chica que hacía dedo, Mary Guilfoyle, de 24 años, a quien apuñaló. Lo mismo hizo con el cura católico Henri Tomei en su propia iglesia. Mullin aseguraría luego que estas víctimas se le ofrecían telepáticamente.

Herbert Mullin, durante el juicio en su contra.
Herbert Mullin, durante el juicio en su contra.

En enero de 1973, compró una pistola pues en los Estados Unidos les suelen dar armas de fuego hasta a los locos sin mayores reparos. Fue a buscar a Gianera, el que lo había iniciado en el consumo de cocaína, pero Gianera se había mudado, aunque la nueva inquilina le dio la dirección actualizada. Lo encontró al fin y lo mató a tiros. Volvió a lo de la mujer que lo había ayudado a ubicarlo y también la asesinó a balazos. Como la señora tenía dos hijos, de cuatro y nueve años, pensó que no estaría bien dejarlos huérfanos y los mató también.

En febrero de 1973 estaba de paseo en un parque se Santa Cruz cuando vio a cuatro jóvenes. Los mató a tiros. Siempre había sido buen tirador. Una semana después, cuando paseaba, vio a un anciano, Fred Pérez, que se sabría luego que tenía 72 años, arreglando el jardín de su casa. Pues lo asesinó a tiros porque le pareció buena idea. Esta vez lo vieron los vecinos, avisaron a la Policía y lo arrestaron luego de una corta persecución. La ráfaga de crímenes de Herbert Mullin había dejado trece víctimas en apenas cuatro meses.

El juicio contra el asesino hippie

El 30 de julio de 1973 se inició el juicio contra el ‘asesino hippie’, como lo había denominado la prensa. Sentado en el estrado, confesó que las voces que escuchaba en su cabeza: “le decían que tenía que matar para evitar un trágico terremoto”. A decir verdad y siempre según su testimonio, fueron las propias víctimas quienes se lo pidieron telepáticamente. “Decidí matarlos y les pregunté telepáticamente si podía, y todos respondieron que sí. Estaban todos sentados y todo terminó en unos segundos”.

Herbert Mullin, al ser detenido, y en prisión, poco antes de morir.
Herbert Mullin, al ser detenido, y en prisión, poco antes de morir.

La Fiscalía presentó evidencias suficientes para desmontar la defensa de locura que presentó Mullin. Según el fiscal de distrito Jeff Rosell, los crímenes fueron premeditados y, por consiguiente, estaba cuerdo cuando mató a las víctimas; y, por otro lado, no tuvo ningún remordimiento luego de cometer los asesinatos.

El 19 de agosto, el jurado declaró a Herbert Mullin culpable de diez de los trece asesinatos cometidos y fue condenado a perpetua. Al término del juicio y por recomendación del jurado, se envió una carta al entonces gobernador de California, Ronald Reagan. En ella, se decía que el gobernador era “tan responsable” de aquellos trece asesinatos como el propio Mullin. “Ninguna de estas muertes tenía por qué haber ocurrido”, afirmaba en la misiva al gobernador, después de que su administración cerrase sistemáticamente hospitales psiquiátricos dejando libres a cientos de pacientes, algunos de ellos tan peligrosos como Mullin.

El asesino demente Herbert Mullin murió por causas naturales el 18 de agosto de 2022 en el Centro de Atención Médica de California. Tenía 75 años.

Fuente- TN

Download PDF

Click para descargar o imprimir la nota

La información justa siempre con vos!

MÁS LEÍDAS

MÁS LEÍDAS

Noticias Relacionadas

¡Bienvenido de nuevo!

Inicie sesión en su cuenta a continuación

Recupera tu contraseña

Ingrese su nombre de usuario o dirección de correo electrónico para restablecer su contraseña.

Agregar nueva lista de reproducción