Baja del déficit y la inflación: “No creo que fomentar la recesión y el desempleo sea una buena idea”

El Centro de Economía Política Argentina (CEPA) desde hace unos años viene elaborando diferentes informes y evaluaciones acerca de la situación fiscal del país. Uno de los estudios advierte que la meta fiscal de todo el 2023 con el Fondo Monetario Internacional (FMI) no se cumplió. Mediante el mismo se señala que el objetivo era tener un déficit fiscal de 1,9% del PBI y terminó siendo de 2,9%, un punto porcentual por encima de los planificado. “Desde el 2022 que venimos haciendo un seguimiento de los ingresos y egresos del Estado Nacional. Durante este tiempo lo que hemos observado es que tras la salida de la pandemia (periodo en el cual los gastos fueron muchos más altos que la recaudación) el déficit se fue equilibrando en el 2021 y 2022. En el transcurso de este tiempo hubo superávit fiscal primario (no se contempla el pago de deuda). Durante el 2023 la situación se agravó por la caída de los derechos a las exportaciones. Esto generó una caída muy fuerte en la recaudación», destacó Juan Manuel Gispert, licenciado en Ciencias Políticas con especialización en Economía e integrante de CEPA. «En contrapartida, en enero del 2024 hubo una caída muy fuerte de los gastos y un crecimiento del 0,7% de los ingresos. Hubo un recorte profundo de las erogaciones. El gasto cayó prácticamente un 40%, esto se explica a partir de que las jubilaciones no se actualizaron al ritmo de la inflación de los últimos meses. Las asignaciones, las prestaciones sociales, y los subsidios (salarios indirectos) a la luz y el transporte también jugaron un rol importante», amplió la información. «El gobierno tras la devaluación de diciembre puso todo el incentivo para que los exportadores liquiden, mientras que a los importadores le subieron fuertemente el Impuesto País. Esto ayudó a que la caída de los recursos no fuera tan estrepitosa. La recaudación por IVA también se mantuvo en un buen nivel con un crecimiento real del 10%, aunque para los próximos meses se espera un dato negativo por la disminución brutal del consumo «, aclaró Gispert. Luego, continuó explicando a qué se debe la notoria caída en el consumo. «El Estado bajó casi a la mitad la transferencia de dinero directa a los ciudadanos. Esto también comprende la obra pública y menor inversión en el transporte y la educación. Todos los factores mencionados llevan a una caída en el consumo. Si esta caída del consumo se mantiene, el gobierno recaudará menos y se encontrará frente a la disyuntiva de emitir más dinero o ajustar más. Este modelo no es sustentable en el tiempo», advirtió el especialista. Por otra parte, comentó cómo incidieron todos estos factores sobre la inflación. «La inflación ha crecido muchísimo, se pasó de un 12% al 25%. Luego, en enero cayó al 20%. No obstante, falta que empiecen a impactar las quitas a los subsidios como luz y gas y otros aumentos, que van a hacer que la inercia inflacionaria no se detenga. No vemos que la inflación baje tan rápidamente», sostuvo. «Si se corrige la inflación vía caída de la demanda se va a pagar un costo social y productivo muy grande. Me parece que el camino elegido para bajar el déficit y la inflación no es el correcto. No creo que fomentar la recesión y el desempleo sea una buena idea. Si uno mira el crecimiento de las empresas argentinas a través de sus balances se da cuenta que obtuvieron ganancias muy por encima de la inflación. Esto implica que los salarios se podrían haber ajustado al menos al ritmo inflacionario. No hubo problemas de riquezas en la economía argentina como para que los trabajadores tengan semejante pérdida del poder adquisitivo. La inflación hizo que las empresas ganaran más plata y los trabajadores menos», remató al final de la charla.