El traslado a la penitenciaría local de Mauricio Albornoz, el único detenido que tiene la causa, y la producción de pruebas han marcado las últimas horas del expediente donde se investiga la desaparición de Silvia Chávez, la enfermera jubilada de 73 años que se ausentó de sus lugares habituales de concurrencia a mediados de julio pasado.
El traslado a la penitenciaría local de Mauricio Albornoz, el único detenido que tiene la causa, y la producción de pruebas han marcado las últimas horas del expediente donde se investiga la desaparición de Silvia Chávez, la enfermera jubilada de 73 años que se ausentó de sus lugares habituales de concurrencia a mediados de julio pasado.
La fiscalía actuante, a cargo del doctor Javier Giaroli, ordenó el martes el traslado de Albornoz al complejo penitenciario y las fuentes cercanas a la investigación no dudan en afirmar que se trata del principal sospechoso de lo que sería una “muerte criminal”, tal como es investigado el hecho. Sin embargo, y esto también admiten las fuentes consultadas, nadie se anima a descartar ninguna hipótesis respecto a la desaparición de Chávez ni que las pruebas a rendir pudieran inculpar a alguna o algunas personas más.
La situación de Albornoz es sospechosa puesto que, entre otras cosas, es un hecho que mantenía una mala relación con Chávez, a quien le alquilaba un departamento en el fondo de la vivienda de la septuagenaria. Audios de un llamado al 911 por parte de Silvia, en el que denunciaba que Albornoz y allegados la molestaban y que le tenía “miedo”, el testimonio de una abogada que había sido contactada por Chávez para desalojar al inquilino y la versión de vecinos que aseguran que Albornoz y su pareja abandonaron el inmueble días después del 20 de julio –sería la fecha de desaparición de la mujer-, entre otras cosas, hacen que la lupa de la justicia esté hoy por hoy sobre el accionar del hombre.
No obstante, también sigue llamando mucho la atención de la fiscalía la conducta de la hermana de Silvia, quien les había asegurado a sus allegados que había denunciado la desaparición de su hermana cuando en realidad no lo había hecho. Además, y esto fue algo que admitió ante la fiscalía, limpió una mancha de sangre que existía en la casa de calle Ecuador al 1600, donde residía la ex enfermera. Asimismo, una presunta disputa por derechos hereditarios entre hermanas sería otro tópico de investigación en la particular relación que mantenían las Chávez.
Incluso los actos del marido de la septuagenaria desaparecida son observados con atención por parte de los pesquisas.
Lo que está claro hasta ahora es que en la vivienda de la mujer desaparecida existió un gran charco de sangre que fue limpiado por su hermana, que se hallaron algunos restos óseos que por estas horas son analizados por los forenses y que los especialistas investigan el contenido de varias decenas de teléfonos celulares de allegados a Silvia Chávez que fueron secuestrados por la justicia. El resto, sobre todo el no hallazgo del cuerpo de la anciana, sigue siendo parte del enorme misterio que envuelve su desaparición.
