Clases virtuales: “No hay nada que iguale el contacto humano”

A través de distintas plataformas digitales surgidas desde los gobiernos provincial y nacional, se están desarrollando clases a distancia. Sobre este tema dio su opinión a FM Vos (94.5) y Diario San Rafael el psicopedagogo Alejandro Castro Santander, licenciado en Gestión Educativa y especialista en Gestión de la Convivencia y Prevención de la Violencia en el ámbito escolar, como así también director del Observatorio de la Convivencia Escolar de la Universidad Católica de Cuyo.
Si bien en un principio parecía que todos los hogares tenían medios tecnológicos como para que los chicos “concurrieran a clases”, con el correr de los días se descubrió que la realidad es distinta. A nivel nacional se reveló que el 47% de los chicos no tienen internet. Se dijo que alrededor del 60% no tenía celular, y si bien el dato no es correcto, lo cierto es que hay gran faltante de smartphones (teléfonos inteligentes), que son los ideales para recibir clases virtuales. Otro dato es que el 40% no tiene computadora.
Más allá de las diferencias tecnológicas –sostiene el licenciado Castro Santander–, hay diferencias culturales, pues debe haber un determinado clima para que los chicos reciban clases en la casa: es necesario tener en cuenta la educación de sus padres, pues no todos saben cómo acompañarlos; la convivencia, pues hay familias donde el aislamiento suma violencia; la presencia de libros y bibliografía, como así también comportamiento lector. “Si se analiza todo eso, nos damos cuenta de que tenemos mucho que mejorar, no es solamente la computadora. Por supuesto que la computadora sirve, las nuevas tecnologías son sumamente útiles, pero en el caso de lo educativo, tenemos que convencernos de que es algo complementario. No hay nada que iguale el contacto humano, porque no se da solo en lo verbal, sino también en lo gestual”, expresó.
Luego de la pandemia, habrá que hacer un análisis real sobre cómo ha sido la evolución de los alumnos, sus aprendizajes reales, a fin de determinar dónde están las falencias. Además, deberá priorizarse lo afectivo y no que lleguen los chicos y se comience con otra unidad de la materia como si nada hubiera pasado.