Consideran que la pandemia trajo consigo un retraso en materia de seguridad vial

Con las habilitaciones que entregó el 2021, la gente volvió a las calles, volvió a manejar y lamentablemente, muchos volvieron a manejar alcoholizados provocando más de una tragedia. Sobre este tema dialogó con FM Vos (94.5) y con Diario San Rafael, el abogado Horacio Botta Bernaus, especialista en Seguridad Vial, Educación Vial y Derecho del Tránsito.
Explicó que en los primeros momentos de la pandemia, había menos autos en las calles por lo que hubo “un cierto relajamiento en las buenas prácticas y respecto de las normas de seguridad, por parte de lo que sentían que habiendo menos vehículos, se podía tener más libertad para realizar maniobras imprudentes”. Pero esa nueva forma de acostumbramiento se está prolongando, lo cual puede verse en la cantidad de accidentes. “Estamos viendo cosas que previo a la pandemia, ya habíamos considerado que habíamos avanzado mucho, por ejemplo con el uso del cinturón, la cantidad de ocupantes por vehículo, el hecho de que para conducir no había que consumir alcohol previamente, incluso los conductores profesionales tenían que saber que el alcohol tarda 20 minutos en pasar a la sangre desde su ingesta, y puede tardar hasta siete horas en irse del organismo”, dijo y agregó que “se debe visibilizar el problema de los riesgos viales a partir de las propias conductas que uno asume, desde la programación de los viajes o de la movilidad”. El abogado considera que “lo más urgente es visibilizar que los accidentes de tránsito nos están esperando, si no asumimos una conducta responsable que no es nada extraordinario, sino que solamente son cosas básicas y de sentido común, que hacen que entendamos de alguna manera que detrás de los accidentes hay tanto dolor, tanta tragedia, tanta frustración, tantos proyectos truncos, que uno ve que este problema merece una atención especial que no es tan importante ni que nos va a consumir tanto tiempo”.
Expresó que se les da licencias a conductores de manera muy poco responsable, con exámenes teóricos que son a veces “graciosos en su concepción, que no están destinados a que la persona acredite que conoce las cosas elementales del tránsito, y cómo resolver sobre todo los imprevistos, y a veces con un examen práctico que es absolutamente deficiente, que en muchos lugares no se realiza, mientras que en otros se hace solamente una maniobra de estacionamiento”.
Si bien es bueno que los niños reciban cierta formación, es aún mejor que esa formación esté vinculada a lo que ellos pueden aplicar, quizás no tan estricto en cuanto al conocimiento de las señales viales (que son un lenguaje para el conductor), sino para lo que puede y debe aplicar a su edad, por ejemplo, cómo cruzar la calle, por qué puerta descender del vehículo y cómo circular en bicicleta.