Una significativa cantidad de monjas sufren el síndrome de burnout (cabeza quemada), sobre todo por las condiciones de explotación, los abusos de poder y agresiones sexuales, denuncia el suplemento mensual femenino del diario vaticano L’Osservatore Romano».
La publicación Mujer, Iglesia y Mundo vuelve a abordar las condiciones de las religiosas después de las pasadas acusaciones de explotación y esclavitud que viven muchas de ellas, sobre todo las que se dedican a servir en estructuras de la curia.
El nuevo número que se publicará el 26 de febrero explica que el tema del agotamiento laboral y el estrés postraumático que sufren fue debatido en la última reunión de la Unión Internacional de Superiores Generales, donde se decidió establecer una comisión de cuidado personal.
«Ellas -indica el artículo-, esperan que al igual que en los casos de los abusos a menores se establezcan líneas guías para que se conozcan sus obligaciones, pero también sus derechos en los lugares de trabajo, algo así como un contrato laboral».
SINDICALIZADAS
«Cada una de nosotras debe tener una especie de código de conducta, una carta de acuerdo con el obispo o el párroco para poder decirle: `Sabe, trabajé 38 horas esta semana o no puedo trabajar el domingo y vuelvo el lunes, necesito un día libre», plantea una de las impulsoras de esta reforma.
Y agrega con tono cuasi sindical: «Sería necesario también invertir en el bienestar de las monjas, por ejemplo, concediéndoles dos semanas de vacaciones, una de ellas paga, una situación de vivienda digna, acceso a internet o incluso un año sabático luego de 5 años de trabajo».