En universidades estatales: los estudiantes tardan 9 años para completar carreras de 5

Según un revelamiento de la Secretaría de Políticas Universitarias (SPU), los estudiantes tardan un promedio de nueve años en terminar una carrera en una universidad nacional.
Si se tiene en cuenta que solo el 29,6% egresa en el tiempo teórico previsto, la brecha entre la duración teórica y la duración real de las carreras es muy amplia.
Con el objetivo de acortar esta distancia, diferentes casas de altos estudios del país están llevando adelante informes de forma interinstitucional con docentes, graduados y estudiantes. La finalidad sería implementar innovaciones y adaptar los planes a los sujetos de aprendizaje actuales y reales.
Julio Aguirre, secretario académico de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo), dijo a FM Vos 94.5 que cuando se crea un plan de estudio se estima que un estudiante dispone de 40 horas semanales para cursar, estudiar y hacer prácticas, cuando la realidad marca que más del 50 % de los estudiantes trabajan o tienen personas bajo su cuidado.
«Hay una demora significativa en la cantidad de años que tardan los estudiantes universitarios en recibirse, esta cuestión es bastante trasversal a todo el sistema universitario del país, por eso hay una preocupación muy grande en el sector. Para tratar de acortar esta brecha se están llevando a cabo muchos estudios sobre este tema, en el caso particular de la UNCuyo se llegó a la conclusión de que hay dos razones centrales por las cuales un estudiante puede demorarse en graduarse. La primer es lo que nosotros llamamos exógenas al diseño curricular, referidas a itinerarios de la vida de los estudiantes (ser padres o madres, trabajar, entre otras); y endógenas al diseño, vinculadas a la estructura de sus carreras, planes de estudio y prácticas de enseñanza. Aquí es donde comienza a haber una disociación entre la planificación y el sujeto de aprendizaje. Los contextos van cambiando cada vez más rápido y las formas de aprender también, muchas veces lo hacen antes que los planes de estudios mismos», aseguró Julio Aguirre al inicio del reportaje.
«Nunca los plazos de una carrera son la de una duración teórica, que un estudiante se reciba en una licenciatura en cinco años es algo realmente extraordinario. Siempre ha sido así, aunque la demora alcanzaba antes un 40 % y hoy llega al 90 %. El enlentecimiento ha ido creciendo, y se vincula al inicio de la carrera que es cuando muchos estudiantes desaprueban los exámenes de ingreso. En ese sentido, hay que decir que hay una brecha creciente entre lo que son las competencias de la escuela secundaria y las condiciones de admisibilidad de la universidad en cuanto a los contenidos se refiere, por eso se está construyendo distintas políticas para acortar esta distancia. Algunas han funcionado y otras no, está costando bastante afrontar esta situación con éxito», admitió Aguirre.
«Después hay otros factores que inciden, quizás alumnos que están avanzados en una carrera comienzan a insertarse en el mundo laboral. De hecho, en el caso de la Universidad Nacional de Cuyo, el 51 % de los estudiantes trabaja. Lo bueno de esto, es que la universidad ha ampliado la base social de sus estudiantes. El 60 % de ellos son la primera generación de estudiantes universitarios, es decir que ni sus padres ni abuelos fueron a universidad. Que lleguen a estudiar sectores que antes no lo hacían, es algo muy positivo. Muchos de ellos tienen que trabajar, a veces los planes de estudios no consideran esta clase de factores», subrayó el secretario académico de la UNCuyo.
Luego, dijo que se está buscando reformular las estructuras de estudios y aprendizajes. «Hoy se piensa la manera en cómo hacer más eficiente el uso del tiempo en cuanto a los recursos de la educación, o sea, se está tratando de ver cómo se pueden adquirir las competencias profesionales con nuevas asistencias en el enseñar y el aprender, en base a la tecnología y estrategias novedosas. Hay que dejar de enseñar como se hacía hace 30 0 40 años con un profesor escribiendo fórmulas en un pizarrón», argumentó.
Después marcó las diferencias entre la universidad pública y privada, explicando por qué en estas últimas los tiempos para recibirse se acotan. «Es un tema complejo, pero algunas universidades privadas están orientadas a estudiantes con grandes recursos económicos que pueden pagar una matrícula alta y tienen 40 horas semanales exclusivas para estudiar. La realidad es que sus padres les pagan las carreras y solo tienen que estudiar. Enfrentan una carrera universitaria con mejores oportunidades de vida. Después, hay otro grupo de instituciones privadas que tienen oferta de educación con carreras con un grado de laxitud en sus contenidos en horarios vespertino o virtual orientada para la gente que trabaja. La mayoría de ellas no tienen medicina ni ingenierías como para citar ejemplos. En la universidad pública hay estudiantes más diversificados, trabajan, tienen hijos. Hay muchas personas adultas con familias constituidas a cargo. El sujeto de aprendizaje es diferente», sostuvo el referente de la Universidad Nacional de Cuyo.
Para concluir, se refirió al lanzamiento del programa «sinceramiento curricular» y a los delineamientos que se definieron en el mismo. «Mediante esta metodología primero se examina a las carreras con mayor cantidad de estudiantes y demora. Allí, se trabaja en cada una de las materias con los equipos de cátedra para poder reconstruir el proceso de estudios de los estudiantes. El estudio es minucioso y la perspectiva es que haya cambios en los planes de estudio y en los programas, se busca que sean más eficiente. Por otra parte, se pretende que se tenga en cuenta el concepto de estudiante ‘real’ en contraposición del ‘teórico’.