Imágenes de abusos a menores: un flagelo creciente

Esta semana se conocieron al menos dos casos de hombres aprehendidos en San Rafael por tenencia de material de abusos sexuales a menores de edad. Ambos se domiciliaban en distritos de nuestro departamento y fuentes cercanas a las investigaciones estimaron que hay al menos 10 sujetos más que podrían ser detenidos próximamente y puestos a disposición de la justicia por la probable comisión de este delito. Desde hace algunos años, la ley castiga la simple tenencia de esas imágenes y agrava el tipo penal cuando las mismas son distribuidas.
Años atrás, el conmocionante caso del pediatra Ricardo Russo, que trabajaba en el hospital de niños Garraham y que fue detenido acusado de integrar una red internacional de pedofilia que producía y distribuía videos y fotos de menores por Internet, volvió a despertar la preocupación respecto a estas repudiables conductas.
Los especialistas estiman que los casos son mucho más habituales de lo que la población cree. Es difícil determinar cuál es la motivación real para la producción de este tipo de material, que esos mismos estudiosos recomiendan no denominar como pornografía infantil sino como la registración de abusos a menores de edad. En materia de perfilación criminal, en general son personas que tienen una patología que les impide relacionarse sexualmente con personas de su misma edad y ejercen poder sobre víctimas vulnerables incapaces de defenderse.
Son esos mismos estudiosos del flagelo quienes recomiendan a los adultos responsables de los menores acompañar a los mismos en sus incursione por el mundo digital, informarse acerca de los dispositivos tecnológicos que manejan los chicos, recorrer los sitios que frecuentan, observar los contenidos que comparten en sus redes sociales, con quién interactúan y cómo lo hacen, y -sobre todo- charlar con ellos y brindarles contención.
La abominable conducta, a la vista está, es tan extendida como la misma Internet. Cuidar a nuestros chicos y denunciar este tipo de hechos es la impostergable tarea a la que los adultos debemos darnos en pos de evitar futuros daños irreversibles.