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  • Perder el tiempo que disfruto no es tiempo perdido.| Marta Troly

domingo 5, de mayo , 2024

Jugó en Primera, estuvo en las juveniles de José Pékerman, y un día salió a robar

José Manuel Barbas nació en Villa Zagala, San Martín, el 6 de febrero de 1981. El 21 de junio de 1999 debutó en la Primera División en un Estudiantes 0 – Platense 2, en el último partido del Calamar en la máxima categoría de aquella temporada (una fecha antes, la derrota con River había decretado el descenso). Tuvo la oportunidad de jugar en Europa pero decidió quedarse en la Argentina por sugerencia de José Pékerman. Una mañana fue a entrenar y por la tarde tomó una decisión que le cambió la vida para siempre.

Hábil declarante como con su derecha cuando jugaba no puede, sin embargo, llamar por su nombre al robo del que fue parte. Habla “de lo que pasó”. ¿Te acordás de Manu Barbas?

“¿Te siguen diciendo Manu?”. La pregunta lo relaja. Es un hombre en guardia. Pidió un tiempo para responder por sí o por no a la entrevista. “Aquello”, dice, “lo que pasó”, le sigue dando vergüenza. Pero acepta, dice que quizá a alguien le sirva. “Sí… Todo el mundo me conoce como Manu Barbas. Es más, me quedó como una presentación porque en vez de decir José Manuel Barbas yo mismo digo Manu Barbas”.

En el recuerdo

Con mi hijo, que hoy juega en la tercera de Platense, adonde voy siempre encuentro gente conocida del fútbol y me tratan realmente bien y yo le digo que eso es lo que uno cosecha durante toda su vida. Hoy hablo con el Tata Martino como si lo conociera de toda la vida y apenas lo tuve tres o cuatro meses en Platense, hablo con el Chamaco Rodríguez, que fue el técnico que me hizo debutar en Primera, hablo con mis excompañeros, el representante de mi hijo es Santiago Hirsig, con quien jugué… Gracias a Dios la gente se acuerda muchísimo pese a que no llegué a ser un gran jugador.

De la villa a River pero…

Yo arranqué jugando en baby fútbol, me fue a buscar un señor, Don Manuel Escalante, cuando vivía en Villa Zagala. Él me llevó a probarme en River y quedé. Ese día, que yo tendría seis o siete años volví contento a mi casa y le dije a mi mamá: “Viejita, quedé en River”, y mi mamá me dijo: “Ah, qué bien. ¿Qué días entrenás?”. Le dije que los sábados a la mañana y me dijo: “No, primero tenés que terminar la comunión y después si querés vas a jugar al fútbol”. Me largué a llorar desconsoladamente y no pude ir más a River.

Quedó en Vélez pero…

Seguí jugando en baby y tenía mi primo, que es el hermano de Juan Barbas, que llevaba a su hijo a Vélez, entonces Don Escalante me llevó, quedé, y me citaron para un día a las 8 de la mañana. Fuimos y había cambiado el horario del partido y como en esa época no había teléfono, no pude avisar. Jugamos a las dos de la tarde y como yo no tenía plata para ir y volver nos quedamos ahí todo el día ahí. Mi viejo no sabía nada de mí desde las 6 de la mañana y cuando llegué, a la tardecita, me dijo que no podía ir más a Vélez.

Hola, fútbol

Seguí jugando en Villa Adelina y en Platense había un presidente de fútbol infantil que era el señor Tito Grillo. Él me preguntón en donde estaba jugando, le dije que no tenía club y me propuso ir al club. En esa época el técnico de infantiles era Jorge Rodríguez, que es el que descubrió a Riquelme, y quien ahora está de manager y director general del fútbol infantil de Boca.

La primera citación

Fue en el estadio de Platense, contra Villa Dálmine. Ese fue mi primer partido, ganamos 3 a 1 e hice el tercer gol, de cabeza. Yo en ese momento tenía 10 años y Platense se estaba armando para presentar su primera categoría de infantiles.

De cinco a enganche

En mi carrera no he hecho goles en Primera porque para mí siempre fue mejor hacer un pase gol que un gol, pero hacer un gol en un estadio de fútbol es lo máximo. Yo arranqué en Platense jugando de cinco y después Jorge Rodríguez me puso en el puesto de los vagos, como le dicen muchos, que es el de enganche.

Manu Barbas jugó en la Primera División del fútbol argentino con la camiseta de Platense.

El debut en Primera

Yo me concentro para el partido que Platense pierde 3 a 0 con River con dos goles de Javier Saviola, que la rompe, y ahí descendimos (ndr: partido del 14 de junio de 1999). Me acuerdo que la noche previa mis compañeros estaban nerviosos, con ansiedad, y yo la viví como cumpliendo un sueño. Estaba en un hotel, descansando bien, comiendo lo que quería… cosas que cuando las cuento a veces no puedo creer. Ese día Pablo Ervín se levantó con mucho dolor en el cuello, había dormido mal. Entonces suben a Matías Boccio, que era un central de tercera, y me bajaron a mí. Al otro fin de semana debuté en Primera contra Estudiantes de La Plata y ganamos. Fue increíble.

Sparring de un histórico Sub 23

Tuve la suerte de estar ahí cuando Palermo erró los tres penales en la Copa América. Estaba él, Riquelme, Burgos, Almeyda, Gallardo, Astrada… Comí y compartí entrenamientos con toda esa banda durante un mes y medio. ¿Y sabés qué? No tengo una solo foto de eso, lo tomaba como algo natural.

Jugar, jugar y jugar como sea

En Platense estuve todo el Nacional B. Ahí arrancó el Chamaco Carlos Manuel Rodríguez y en la 7° u 8° fecha el equipo venía 2°, a un punto, y lo echan. Cosas que sólo pasan en Platense. Lo traen al Tata Martino con él tuve la mala suerte de que venía bárbaro en la pretemporada y una semana antes de empezar el Nacional me lastimé un tobillo y jugué infiltrado, haciendo cosas que no debía hacer. Era pibe, quería estar y nunca me curé el tobillo, me quedó una lesión crónica.

De la villa vengo, señor Jorge Mendes

Yo fui un pibe que vivió en una villa, que nunca le faltó para comer, pero que nunca le sobró nada y de repente, a los 18 años, le sobraba todo. Yo terminé comiendo y pasando un año nuevo con Jorge Mendes, el representante de Cristiano Ronaldo, que en ese momento era el agente de Deco, con quien arranca y hace un desastre en todo esto de representar jugadores y llevarlos a grandes clubes.

El representante de Cristiano Ronaldo y otras grandes estrellas del fútbol mundial.

De San Martín a Portugal

Yo anduve bien ese torneo, andaba muy bien y un grupo empresario me compró el pase y me fui a Portugal. Fue una locura antes de irme porque fue todo muy confuso, yo estaba en las nubes, de muchas cosas no me di cuenta. Yo fui a Porto porque Hernán Bergman, que era mi representante, tenía relación con Mendes. Me vendieron por 400 mil y fijate esto: mi papá y mi mamá ganaban juntos 500 pesos por mes y trabajando todo el día. Y terminé agarrando un contrato por 45 mil dólares y no tenía ni 20 años.

Acá cambió mi vida

Cuando me fui a Europa cambió todo porque fueron dos semanas que… yo creo que ahí cambió mi vida, creo que ahí cometí el gran error. Cuando llegué al Porto me senté con Mendes, con el presidente del club y mi representante. Después de haber hecho fútbol, de haber estado muy bien en los entrenamientos, estaban locos conmigo, contentos, me ponen sobre la mesa un contrato en el que decía que me daban un sueldo de 7 mil dólares por mes, con el dólar uno a uno, en el 99, una casa a elegir y un auto BMW a elección. Mi representante me toca abajo, lo miro y me dice con un gesto que no, entonces les dice que yo tenía que volver a Argentina para jugar en la Selección porque yo estaba convocado al Sub 20 de Pekerman.

El error

Les dijo que íbamos a firmar cuando volvíamos de Argentina y yo, como él era mi representante y era el que sabía de eso, no dije nada, yo era un pibe y acepté. Llegué justo para presentarme al entrenamiento de las juveniles. Yo estaba realmente cansado después del viaje. Hicimos un entrenamiento normal y ahí todo bien pero después hicimos un reducido y Hugo Tocalli me llamó y me dijo: “Barbita, ¿qué pasa que no se puede mover?”, entonces le conté que recién había llegado de Portugal, él me dijo que saliera, que estaba loco, que me iba a desgarrar y me retó por no haberle dicho pero me dijo que cuando terminara la práctica fuese a hablar con él.

Aquella charla con Pékerman

Cuando terminó hablé con Pékerman y con Tocalli y les dije lo que pasaba, que cuando terminaba el entrenamiento con la Selección me volvía a Portugal a firmar. Entonces José me dijo que no me fuera porque si me iba no me iban a tener muy en cuenta porque me iban a perder de vista, me dijo que yo era el líder de la futura Sub 20, que me iba a conseguir un club acá…

José Pékerman marcó a toda una generación de jóvenes futbolistas argentinos.

El otro fútbol

Bueno, ahí llegué a mi casa, con la película de Pekerman y Tocalli hablándome. A las pocas horas me llamó mi representante diciéndome que habían llamado de Portugal y me dice que le habían bajado los números y que por eso yo iba a cobrar 2500 dólares… Yo ahí le pregunté quién se comía el resto de la plata que me habían ofrecido, él se ofendió, y yo le dije que con mis propios ojos había leído el contrato que hablaba de 7 mil dólares por mes y que él me dijo que no firmara. Me salió que el presupuesto no sé qué y yo le dije que no… que cuando en Platense me vendieron supuestamente por 300 mil fueron en realidad 400 mil y yo sé quién se llevó los 100 pero no voy a decir quién, eso va a morir conmigo, y yo ahí no dije nada, acepté lo que acepté, pero él ahora me salía con 4500 dólares menos de lo que me habían dicho y le dijo que no, que estaba equivocado, que no me iba.

No fue Porto, fue Newell’s

El socio de mi representante, que era Hugo Bergés, me quería llevar a Atlético Tucumán, que estaba en el Nacional B y yo no quería el Nacional, yo quería jugar en Primera. Dije que no me iba y faltaba un día para cerrar el libro de pases, entonces me llama, me dice que había arreglado con Newell’s por 2500 pesos por mes para mí, lo mismo que me daban en Portugal, y dije que sí. Error: yo tenía en mi puesto a Damián Manso, en su mejor momento, y a Saldaña… le tenía que cortar las piernas a los dos para poder jugar. Errores que uno comete por querer jugar en Primera, por querer irse o por la inercia de pensar que te va a ir bien… cosa de pendejo.

El llamado que no llegó

Lo triste de todo esto viene ahora: yo voy a Newell’s, juego en tercera, juego con Boca, juego con Gimnasia y Esgrima de Jujuy, que estaba en la A, juego cinco o seis partidos con la tercera espectaculares, a mi entender, y Pekerman y Tocalli no me llamaron nunca más a la Selección. Yo en Rosario no tenía lugar y terminé volviendo a Platense. Ahí tuve la mala suerte de cruzarme con Caruso Lombardi, un gran fantasma de quien prefiero no hablar. A mí no me la contaron: si no había plata, no jugabas. Simple.

15 días en Alemania

De ahí me fui a Acassuso, en la C, con la diferencia de que en la C me pagaban lo mismo que yo ganaba en el Nacional. Ahí me fui con Jorge Rodríguez. Antes de todo esto, después de lo de Portugal estuve unos 15 días en Alemania, a préstamo, decidido a quedarme sea como sea y no quedé, mirá lo que es la vida, estuve en un club de cuarta división, que es como de la primera de allá. Me acuerdo que allá llegué con tres monedas de un peso y estuve 15 días en una prueba, pero no quedé.

Pasó lo que pasó

Cuando yo me fui a Acassuso, a ver… el jugador de fútbol que empieza a bajar de categoría, si no sale campeón no sube más de categoría, más en esa época porque hoy sí se mira hacia el fútbol de ascenso para subirlo si les sirve el negocio. En ese momento, si vos no ascendías, morías en esa divisional y yo lo sabía, pero conociéndolo al técnico, que sabía que era ganador, conociendo a los jugadores que había, que muchos eran de las inferiores de Platense, me la jugaba por ir a ascender, porque además sabía que iba a jugar. Yo en ese momento era el jugador más caro de la C. Bueno, terminamos perdiendo la final con Laferrere, en realidad yo ahí ya no estaba porque dos semanas antes a mí me pasa lo que me pasó. Mis compañeros jugaban la final y yo estaba detenido.

La mala

Fue el año 2001, donde empezaron todos los problemas, Acassuso no pagaba. Pensá que yo vivía con 500 y ganaba 3000 pero no pagaban, entonces estaba al horno. También me quedaron unos cheques adentro con el corralito pero no es excusa, ¿eh?

Las malas juntas

Eeeeh… (lanza un suspiro) es largo ese tema… es largo y por eso digo que cuando uno tiene la esencia de ser como es no la va a cambiar pase lo que pase, en ese tiempo en Acassuso yo termino encontrándome con muchos chicos con los que había jugado al baby, habíamos hecho inferiores en Platense y ahí encuentro a Matías Victorica, que es el chico con el que termino cayendo preso, que viví todas mis inferiores y todo el tiempo de La Carpita (ndr: un histórico equipo de juveniles). En ese momento los padres de él estaban bien económicamente, me crié con esta familia y me facilitaba que mis viejos no tuvieran gastos y no tuvieran que estar atrás mío, entonces yo comía bien, descansaba bien porque en la villa donde yo nací los sábados a la noche era joda, los vecinos de atrás se cagaban a trompadas, uno no dormía bien y bueno, un montón de factores que hacían que uno buscara irse a una casa en la cual estar mejor.

La caída

Y me crié con ellos pero un día la madre de este chico muere y mirá esto: cuando la estábamos velando yo le agarro la mano y le digo: “Quedate tranquila que yo voy a cuidar de tu hijo”. Yo era chico, tenía 16 años, y la vida después me lleva a estar preso con él.

La decisión

Me acuerdo todo, como si fuera ayer. Es como que tengo la puñalada ahí y cada vez que hablo del tema se mueve para un lado y para el otro. Es algo que llevaré toda mi vida y tengo que aprender a convivir con esto. Matías y yo éramos amigos desde los 10 años, entonces falleció la mamá y ellos pasaron de vivir muy bien a vivir mal. Coincide con que en Acassuso no nos pagaban y yo tenía mi novia que vivía cerca de la casa de él, entonces él se llevaba mi auto a su casa, que tenía garage, al otro día me pasaba a buscar y nos íbamos a entrenar a Acassuso, así todos los días. Acassuso no pagaba y se venía el cumpleaños de las hermana de él, y Matías decía que no tenía un sope para hacerle algo y entonces dijo que iba a salir a chorear.

Robar

Salió a chorear y yo como… a ver, digo, la esencia que uno tiene de ser compañero y de ser amigo, yo sabía lo que iba a hacer. En ningún momento hice nada porque yo no sirvo para chorear, es la realidad, íbamos caminando, él de repente dijo “acá, acá, acá” y le apuntó a una chica que estaba con el auto y yo salí corriendo… ¿qué querés que te diga?

Rezar

A mí se me heló la sangre, el corazón… Yo salgo corriendo, él agarra el auto, le roba a la chica y me levanta a mí, y yo del susto me siento arriba de la cartera de la chica. Él me dice “empezá a revisar que tiene que estar la cartera” y yo le decía que no, que no había nada, no me daba cuenta que estaba sentado encima del susto que tenía. Yo no tenía un arma, él sí. Fue sobre las 17:30, 18, era de día. Yo venía rezando el padre nuestro, que no lo sabía, pero decía lo que podía, ahí me di cuenta que estaba haciendo algo que no era para mí.

Detenido

Yo creo que Dios me llevó el alma en ese momento y cuando dimos toda la vuelta, llegando a Marquez y 9 de Julio había un operativo y él me decía: “Quedate tranquilo que no pasa nada”, pero se ve que había una red de alerta y a media cuadra salió un patrullero de una estación de servicio, tenía las luces apagadas, se bajó un policía que dijo: “Tírense a un costado, tírense a un costado”, y nada… esos fueron los peores momentos de mi vida, sin dudas. No supe cómo reaccionar. Me acuerdo que un policía me apuntaba a la cabeza, fue shockeante. Creo que todo el tiempo me preguntaba ¿Qué hago acá, con qué necesidad?

Preso

Ahí me llevan detenido a la comisaría de Billinghurst.

Papá, mamá

Mis viejos no lo podían creer. Mi viejo todos los días me llevaba la comida y cartas que empezaban diciendo “Querido hijo”, con la letra de mi madre y después continuaba con la letra de mi papá… Ella tenía tanta tristeza que no podía seguir. Me acuerdo y no puedo seguir… Perdón si lagrimeo, ¿eh?

La condena

Voy a juicio y aparecieron los abogados. Yo tenía dos autos, me sacaron los dos, mi viejo quería entregar mi casa y ahí es donde un día en la cárcel, yo adentro, él afuera, lo agarro de la ropa, lo traigo contra la reja y le dije: “Vos a la casa no la vas a vender y yo me voy a comer los años que me tenga que comer porque a la cagada me la mandé yo”. Ese día le dije que no quería más abogado privado, que quería uno del juzgado y ahí es donde conozco al que agarra mi causa, me cita, y me dice todo lo que va a pasar y todo fue tal cual ocurrió. Para entonces yo tenía la pulsera…

La pulsera

Ese día, cuando me pusieron la pulsera electrónica, supe que no iba a volver a hacer nada para volver a estar en esa situación, en esos lugares. No se lo deseo ni a mi peor enemigo estar en una comisaría, con cambio de gente permanentemente, con desafíos permanentes, yo estuve cuatro meses en la comisaría de Billinghurst.

Manuel Barbas con la pulsera electrónica.

La primera noche en una celda

Con miedo, con temor, recalcándote todo el tiempo por qué hiciste lo que hiciste. Después el ser humano se adapta, tomás esas formas, vos ahí te tenés que adaptar a hablar como ellos, tenés que decir que fuiste el peor delincuente, tenés que sobrevivir, es la ley de la selva. La villa me había dado la ventaja de entender un poco las formas de ahí, es muy difícil que en una villa haya universitarios pero un chorro, un ladrón salen todo los días, entonces todo el tiempo escuchás las historias de ellos y no de las de un arquitecto o las de un abogado. Y es como todo: vos en tu casa hablás como tu mamá o como tu papá. En la villa entendés cómo manejarte, como hablar, qué hacer, qué no, entonces todas esas cosas en la cárcel me sirvieron a saber manejarme, a ser quien manejaba mi celda no por delincuente sino por la personalidad que aprendí en la villa, la misma personalidad que me sirvió para estar como estoy y no vendiendo droga o muerto.

Sin la pulsera

La sensación de cuando te la sacan es hermosa, decís que ahora tenés que empezar a hacer las cosas bien porque vos no podés ni siquiera pelearte con alguien en la calle, tenés que cuidarte el doble, ahí pensás ¿y ahora que hacemos? No es fácil ¿eh? Yo estuve seis años y cuatro meses con la pulsera. Ahí tuve que buscar la vuelta para salir a trabajar.

La Plata FC

Antes de la sentencia apareció La Plata FC. Ahí estaba Bergman, el que había sido mi representante, me dice que estaba ese club, que estaba con un proyecto a futuro y que querían verme. Yo llevaba un año y medio detenido, estaba gordo, llegué a pesar 115 kilos… volver a jugar era algo que me iba a costar muchísimo. En ese momento el club estaba al mando de Sergio Marchi, varios empresarios y el Turco Alak. Me fueron a buscar porque Manu Barbas les servía políticamente. Me llevaron a un entrenamiento, la rompí pese a que no podía moverme, me dijeron que igual me querían y quedé. Imaginate el primer día en el vestuario vendándome, yo para entonces tenía 21, 22 años.

Se hizo todo un permiso para que yo pudiera salir de tal hora a tal hora para salir a entrenar, no costó mucho porque la gente que mandaba tenía muchas influencias y bueno, entrar al vestuario y que de repente me estén todos mirando, porque todo el mundo saBía mi historia, ahí salieron todos los medios. Yo creí que eso me iba a servir para bajar la sentencia o para tener la libertad hasta el día del juicio y poder jugar tranquilamente pero no, me jugó en contra porque me condenaron como un delincuente. A ver… cada uno tiene que pagar por lo que hace, lo tengo claro, pero yo no era un delincuente.

Otra vez cerca pero…

A mí me llevaron para jugar el torneo interzonal de la ciudad de La Plata, tenías que ganar ese torneo para que el Argentino A o B te diera una plaza. Cada partido o pueblo que gane su torneo tenía una plaza excepto que fueras invitado. Terminamos ganando el torneo, pasamos el Argentino B, lo ganamos, pasamos al Argentino A y lo perdimos en las instancias finales, antes de ascender al Nacional B.

En ese primer mes me venía a buscar el Pato Miguez, jugador de Racing y River, que hasta el día de hoy hablamos. Yo iba, entrenaba y a las 18 tenía que estar en mi casa porque yo podía estar afuera de 8 a 18. Ellos hicieron todo de manera legal, trasladaron la pulsera a La Plata, me alquilaron un departamento en Villa Elisa, estaba muy bien, todo amueblado con cosas nuevas.

Otra mala decisión

El tema es que para poder estar ahí tenía que estar con un tutor, alguien responsable que se hiciera cargo de mí. Si yo me llevaba a mi mamá o a mi papá, los separaba y no quería, entonces qué hice, otra mala decisión en mi vida, terminé hablando con la mamá de mi hijo y me volví a juntar, más que nada para no separar a mis viejos. Ahí es donde nació mi hija y terminamos separándonos del todo. Hoy mi hija está en mi casa, tenemos una relación muy buena, con mis dos hijos, gracias a Dios.

Manu Barbas con sus hijos.

Matías Victorica

¿A Matías lo volviste a ver? Lo volví a ver, volví a hablar, nos seguimos hablando (largo silencio)

¿Y qué es de su vida hoy? Él allá y yo acá. Yo elegí el camino que siempre supe, el que me enseñaron y él no. Entonces cada uno que haga su vida como quiere y como puede. Igual, nunca le solté la mano…

Volver a vivir

Yo hoy tengo la liga de árbitros pero nunca voy a hacer árbitro. Yo nací y voy a morir siendo jugador de fútbol. Siempre me sentí jugador y sabía que si me lo proponía me iba a poner bien como me puse, iba a volver a jugar, tengo mucha personalidad y el tiempo me enseñó a convencerme para lograr lo que quiero. Me preparo para mis objetivos y tengo la suerte de lograrlo.

José Manuel Barbas, segundo desde la izquierda.

Mi sueño

En ese momento económicamente estaba bien, cobré los cheques que me habían dado por mi venta, me compré mi casa, porque yo desde que tengo uso de razón mi sueño siempre fue uno y era llegar a Primera para sacar a mis viejos de la villa, ese fue siempre mi objetivo, yo entrenaba pensando en sacar a mis viejos de la villa. Ellos solo querían tener una casita con un árbol atrás, y se los pude cumplir. Levantarme y ver a mis viejos tomando mate ahí atrás no tenía precio.

De aquí para allá y el final

Después de La Plata FC yo vuelvo para San Miguel por un problema que tuve con la madre de mis hijos, que me terminó sacando cosas del departamento, yo ni ganaba mucho, la gente de La Plata quería que yo lo pagara pero bueno, me fui porque no podía sostener más la situación. De ahí estoy en San Miguel, estoy con Jorge Rodríguez, con quien mantengo una gran amistad, hice pretemporada dos meses, no pagaban y me fui porque no tenía un peso. Ahí me metí a trabajar en una remisería y el mismo Jorge al tiempo agarra Lamadrid por seis meses. Entonces él, tres meses antes me pagó un gimnasio, me preparó para llevarme, me fui al club, arreglé u contrato muy barato, ganaba apenas para moverme, terminamos el torneo, a él lo echan, viene otro técnico y yo terminé muy bien con el presidente de Lamadrid, gente muy honesta, y me voy a Juventud de Pergamino. Ahí arreglé muy bien: me dieron casa, comida y 3 mil pesos por mes. Jugué cuatro partidos, las cosas no venían bien, me dijeron que me iban a bajar el sueldo, me negué y ahí dejé de jugar al fútbol.

Desconsolado

Al año de eso me acuerdo que estaba en una camioneta trabajando para una papelera y me largué a llorar, recordé toda mi vida, yo tenía apenas 26/27 años. Yo me fui porque me cansé de los dirigentes, de los chamuyos. Estuve en San Lorenzo trabajando en inferiores, trabajé en el baby de Platense muchos años pero me fui porque me cansé de la gente sin palabras. Si hay algo que aprendí es a air de frente.

José Manuel Barbas dirigió el baby fútbol de San Lorenzo.

Reinventarse

Decidí salir de ese ambiente de competencia y hoy estoy manejando una liga de árbitros y como técnico en un country. Todo empezó porque tenía un amigo que me jodió mucho para que hiciese el curso de técnico, me recibí y empecé. Después tuve la suerte de llegar a San Lorenzo, Platense, en base a eso vivía medianamente bien, seguía dentro del fútbol pero empecé a ver muchas cosas que no me gustaban.

José Manuel Barbas es árbitro de fútbol (medio).

Perdón, vieja

Cuando estaban detenido sólo pensabas en pedirle perdón a tu mamá. ¿Pudiste hacerlo? Se lo pude pedir (uffff… fuerte, dice) mientras hablamos se me viene la imagen y fue lo primero que hice cuando entré a mi casa. Mirarla a mi mamá (dice con la voz quebrada) y pedirle perdón por ese mal momento que le había hecho pasar. Mi mamá me dijo que ella nunca se había enojado y que siempre me había esperado.

Manu con su mamá.

Manu hoy

Después de los manejes del fútbol me cansé y salí. Me quedé sin laburo y un dirigente que estaba en Platense me sugirió que me metiera como árbitro. Yo no quería saber nada pero empecé a averiguar y resulta que como árbitro ganás mucho mejor que como técnico, y empecé a prepararme. El primer día que dirigí me acuerdo que pensé: ¿Qué hago acá? Esto no es para mí, y hoy hace más de 8 años que estoy en esto, tengo una liga de árbitro que se llama LUEFI y ahí manejamos árbitro de FEFI, de Baby y de Futsal.

Yo soy coordinador de árbitro, trabajo con casi 40 muchachos, me llena de satisfacción, no es fácil, de hecho es muy difícil, más en este país, pero es vivir del fútbol y estar rodeado de gente de fútbol. Además mi hijo está en Platense, a pasados de poder lograr su objetivo, se llama Brandon, tiene 20 años y juega en la misma posición que yo sólo que él es zurdo.

Futuro

Sí, tiene mucho futuro. No tengo dudas de que va a triunfar porque además él tiene al mejor representante pero no porque hace grandes negocios sino porque es una gran persona, como lo es Santiago Hirsig.

Manu Barbas con su hijo Brandon.

Pediste un tiempo para pensar si concederme esta entrevista. Fueron varios días… ¿Por qué aceptaste?

Porque todavía me cuestan algunas partes de mi historia pero lo hablé con mi gente y entendí que siempre que pueda ayudar a alguien está bien hacerlo y tal vez pueda servir para tener en claro qué pasa cuando las personas tomamos decisiones. Es un segundo, pero ese segundo te puede cambiar la vida. ¿Sabés cuál es para mí el secreto? Saber elegir a la gente porque cuando uno se rodea con buena gente, todo es más fácil.

 

Fuente y fotos: Gentileza – TN

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