La limpieza urbana y la idea de comunidad

La otrora reconocida limpieza de nuestros lugares públicos (¿quién no oyó hablar de Mendoza como la provincia más ordenada y limpia de la Argentina?) ha dado paso, en los últimos años, a demasiadas conductas indolentes y preocupantes que atentan contra aquella imagen.
Días atrás, el coordinador del Programa de Separación de Residuos del Municipio, Javier Marino, comentaba a Diario San Rafael la mala utilización que hacen algunos sanrafaelinos de las estaciones ecológicas que se instalaron en diez puntos de nuestro departamento. En ese sentido, ejemplificó que algunos de nuestros conciudadanos depositan hasta animales muertos en esos lugares que, claramente, no están destinados a ese fin. “El Municipio no quiere llegar al punto de tener que sancionar a los vecinos, pero sí es una medida que se va a tomar en tanto se puedan recolectar los datos pertinentes en la mala utilización de la cosa pública, porque son elementos en los que además estamos invirtiendo todos como ciudadanos”, destacó Marino entonces.
A ello podemos sumarle muchísimos ejemplos más: desde quienes concurren a lugares como Valle Grande o Los Reyunos y dejan allí sus residuos –afeando sitios que son nuestra “vidriera” para quienes nos visitan–, quienes arrojan un papel en la calle sin preocuparse por hacerlo en un papelero o llevarlo a su casa para desecharlo, quienes depositan sus escombros frente a una plaza o un baldío como si eso los exonerara de responsabilidades, y varias inconductas más que observamos a diario.
Nadie negaría que el Estado tiene la responsabilidad de garantizar la limpieza urbana, pero también es fundamental que el ciudadano común actúe con cuidado y responsabilidad, porque mantener nuestra ciudad y distritos en condiciones es, sin lugar a dudas, una tarea de todos.
La vida en sociedad impone para nosotros, sus protagonistas, ciertas normas y comportamientos que debemos respetar a fin de que esa convivencia sea posible. Ese “contrato social” que tácitamente firmamos por el hecho de vivir en el seno de una comunidad nos obliga a realizar diferentes aportes particulares a fin de que el perseguido bien común sea alcanzado.