La tragedia educativa que depara la pandemia

Más allá de las actuales cifras de contagiados y fallecidos, sigue siendo prematuro observar las consecuencias definitivas que dejará la pandemia de Covid-19.
Sin embargo, lo que sí tienen claro los especialistas es la afectación que sufrirá el proceso educativo formal en la mayoría de los países del mundo debido a la obligación sanitaria de cerrar las escuelas que la enfermedad les impuso a las autoridades. Y esto no es un fenómeno exclusivo de la Argentina o del “tercer mundo”: más de 168 millones de niños y niñas en edad escolar en todo el mundo perdieron el aprendizaje en clase.
Según Unicef, el cierre de escuelas tiene consecuencias devastadoras para el aprendizaje y el bienestar de los niños. Los menores más vulnerables y aquellos que no pueden acceder al aprendizaje a distancia se ven aún más afectados, ya que corren un mayor riesgo de no regresar nunca al aula, y a veces se ven forzados al trabajo infantil e incluso al matrimonio infantil. Los escolares de todo el mundo también dependen de sus escuelas como un lugar para interactuar con sus compañeros, buscar apoyo, acceder a servicios de salud e inmunización y una comida nutritiva.
De este modo, cuanto más tiempo permanezcan cerradas las escuelas, más tiempo los niños están separados de estos elementos críticos de la infancia, agregaron desde el organismo. Por eso se habla de una catastrófica emergencia educativa a partir del cierre de los establecimientos escolares, porque cada día que pasa los niños que no pueden acceder a la educación presencial se quedan cada vez más rezagados y los más marginados pagan el precio más alto.
Del otro lado del drama, la necesidad imperiosa de los dirigentes políticos de intentar que los contagios no se disparen y, para ello, la no aglomeración de personas resulta sustancial.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, describió con crudeza el momento al calificarlo como una tragedia. Y advirtió que no solo es una tragedia para los propios niños, sino también para sus países y para el futuro de la humanidad. El desafío de lograr ese delicado equilibrio es quizás uno de los más acuciantes y urgentes.