La vuelta a la normalidad tras el miedo

Hasta ahora se creía que la modernidad iba a ser aquel período de la historia humana en el que, por fin, quedarían atrás los temores que atenazaban la vida social del pasado y los seres humanos podríamos controlar nuestras vidas y dominar las imprevisibles fuerzas de los mundos social y natural. Sin embargo, y con la inédita –para muchos de nosotros– aparición de una pandemia muy extendida como la de Covid-19, volvimos a vivir una época de miedos.
Los ataques terroristas habían marcado los nuevos tiempos como un factor atemorizante del mundo entero. En consonancia, las catástrofes naturales y medioambientales vinieron a hacernos experimentar nuevamente una ansiedad constante por los peligros que pueden azotarnos sin previo aviso y en cualquier momento.
“Miedo” es el término que empleamos para describir la incertidumbre que caracteriza estos días de la era a la que el sociólogo, filósofo y ensayista polaco Zygmunt Bauman denominó “líquida”. Bauman planteó que en la modernidad las identidades son semejantes a una costra volcánica que se endurece, vuelve a fundirse y cambia constantemente de forma. La fragilidad y el desgarro constante son una característica propia del hombre moderno y allí el miedo juega un rol fundamental. Nuestra ignorancia sobre las amenazas concretas que se ciernen sobre nosotros y nuestra incapacidad para determinar qué podemos hacer (y qué no) para contrarrestarla es un signo de nuestro tiempo y el coronavirus es una clara muestra de ello. Ante ello, el miedo.
Al final de la pandemia, el mundo será otro. De eso no hay dudas. Quizás estos días en que vivimos con menos nos convenzan de que podemos vivir con menos, que la locura de la producción y el consumo siempre mayores, la fábula del crecimiento, nos perjudican, que nada es tan importante como nuestra salud y que los tiempos modernos no implican un desalojo total de nuestros temores. Volver a la normalidad será, paradójicamente, nuestro desafío más urgente y requirente. Una normalidad que ya nunca será igual a antes del tristemente célebre virus.