El Jefe del Kremlin, Vladimir Putin, anunció una nueva y ambiciosa doctrina naval que califica a Estados Unidos con la «mayor amenaza» para el Kremlin, propone a Rusia como gran potencia marítima y traza «líneas rojas» en el Artico y los mares Negro y Báltico, todo dentro de un plan que prevé crear bases y centros de abastecimiento desde el Mediterráneo oriental a la región de Asia-Pacífico, el océano Indico y el Golfo Pérsico, más la construcción de portaaviones y la provisión «en los próximos meses» a la Marina de los misiles de crucero hipersónicos Tsirkon, que «debutarán» a bordo de la fragata Almirante Gorshkov, cuyo destino será determinado «dependiendo de la seguridad nacional».
«Nuestros intereses se extienden a todos los océanos y al mar Caspio», asevera el decreto firmado por el presidente en San Petersburgo con ocasión del Día de la Armada. También advierte que Moscú «no acepta» injerencias en sus asuntos en las zonas mencionadas ni tampoco «en el mar de Ojotsk (Pacífico), Azov (arrebatado a Ucrania), las islas Kuriles (cuya soberanía reclama Japón) y los estrechos que llevan a Asia y Africa».
«Hemos marcado las fronteras tanto las económicas como las estratégicas. Garantizaremos su defensa de manera firme y por todos los medios -puntualiza la flamante doctrina-. La clave es la capacidad de nuestra Marina de responder como un rayo a todos aquellos que decidan amenazarnos».
Según el decreto, el Kremlin apuesta por instrumentos diplomáticos para resolver los diferendos, pero avisó que puede recurrir a la fuerza «en caso de necesidad».
EL MEDITERRANEO
Tras detectarse como «principal riesgo» para su Armada la falta de suficientes bases fuera de sus fronteras que puedan recibir y abastecer a sus buques y realizar labores de reparación y mantenimiento técnico, Rusia ratificó su presencia permanente en el puerto de Tartus (Siria), a la vez que abrirá centros de mantenimiento «en territorio de otros países de la región», incluido Africa y Medio Oriente.
En concreto, se apunta a incrementar la cooperación con la India, Irán, Arabia Saudita e Irak, en búsqueda de alternativas estratégicas a sus tradicionales socios (ahora ex) europeos.
ENEMIGOS
EE.UU. es el enemigo número 1 «debido a su aspiración de dominar» los océanos, lo que incluye lograr la hegemonía incontestable de su Armada y restringir el acceso a los recursos y las comunicaciones oceánicas», denuncia el documento.
Pero también son un desafío el acercamiento de la infraestructura de la OTAN a «nuestras fronteras, el aumento de las maniobras navales occidentales y las pretensiones territoriales de islas y zonas costeras que nos pertenecen», agrega.
En particular, a Moscú le preocupa la táctica occidental de «debilitar nuestro control de la Ruta Artica», que Putin propone como alternativa al Canal de Suez. Por lo expuesto, «aceleraremos y diversificaremos las actividades en aguas desde los archipiélagos de Nueva Zembla, Francisco José y Svalbard (de soberanía noruega), a la isla de Wrangel».
Una de las prioridades del Kremlin es convertirse en uno de los líderes en exploración y explotación de los recursos del territorio ártico, especialmente de la plataforma continental, a lo que aspiran otros países como EE.UU., Canadá y los escandinavos.
