En nuestro país se celebra hoy el Día de la Bandera en homenaje a su creador, don Manuel Belgrano. En esta jornada conmemoramos el 200° aniversario del fallecimiento de uno de los Padres de nuestra Patria, aunque la estricta justicia histórica debería obligarnos a homenajear su vida entera, pletórica de acciones tendientes a nuestra identidad nacional.
Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano nació en Buenos Aires el 3 de junio de 1770 y durante su existencia física fue diplomático, economista, periodista, político, abogado y militar. Participó fundamentalmente en la defensa de Buenos Aires durante las invasiones inglesas de 1806 y 1807, fue uno de los principales impulsores de la Revolución de Mayo de 1810 (fue vocal de la Primera Junta del Gobierno Patrio) y jefe de las expediciones militares contra los ejércitos realistas afincados en el Paraguay y en la Banda Oriental.
En 1812 creó la bandera nacional en la actual ciudad de Rosario y, como general del Ejército del Norte, tuvo a su cargo la Segunda Campaña Auxiliadora al Alto Perú, dirigiendo el “Éxodo Jujeño” y comandando las victorias de los revolucionarios en las batallas de Tucumán y Salta. Dos derrotas (Vilcapugio y Ayohuma) frente a los realistas le depararon un injusto menosprecio a su inmensa campaña.
Pero, además, fue la mente fundamental para la instauración y el fomento de la industria y el comercio nacional, impulsó políticas para universalizar la escuela primaria gratuita y la educación de las niñas, y también fue el dirigente que pensó que había que repartir la tierra y quien creyó que el continente unido podría enfrentar mejor al enemigo externo.
El 20 de junio de 1820, en la pobreza más absoluta (a la que había contribuido aportando sus ahorros a causas patrióticas) y vilipendiado por varios de sus contemporáneos, el inmenso Manuel Belgrano dejaba este mundo. Saludable sería que su revalorización y ejemplo cundieran entre nosotros día a día para poder construir una mejor nación.