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  • Perder el tiempo que disfruto no es tiempo perdido.| Marta Troly

domingo 5, de mayo , 2024

Pobreza: pasado, presente y futuro

Para millones de argentinos la pobreza se ha convertido en una condición ineludible –y obviamente preocupante– de sus vidas. La desocupación y la subocupación han pasado a ser un mal endémico y, al parecer, con pocas posibilidades prácticas de ser erradicado. Las cifras oficiales muestran claramente cómo la cifra de marginados –de otra forma no se puede calificar a quienes «el sistema» ha prácticamente expulsado de su seno– crece sin cesar.
Siempre hubo pobres en la Argentina, como hubo y hay en otras partes del mundo. La diferencia entre nuestro país y otros radicaba en que su conformación facilitaba oportunidades para que se abandonara ese indeseable estado para arribar a otro mejor. En el origen de nuestra nación, las masas de inmigrantes llegaron mayoritariamente pobres, y pobres también eran muchos de quienes los recibieron aquí. Pero, con voluntad, imaginación y –fundamentalmente– trabajo, muchos de ellos pudieron salir adelante, establecer a sus familias, aportar a su progreso personal y al comunitario. Y quienes no consiguieron un éxito económico notable, lograron –al menos– ver a sus hijos como profesionales, empleados calificados, agricultores en su propia tierra, etc.
El descenso de las clases medias hacia las bajas y de estas a las que ya se internan en el campo desesperante de la miseria se inició hace ya varios años. El fenómeno ha significado una brutal transferencia de ingresos económicos desde las capas inferiores a las superiores, pero para peor no se advierte que eso, que en otras naciones pudiera suponer un acopio para establecer planes de desarrollo integrales, fructifique en nuevas fuentes de trabajo.
La Argentina debe reencontrarse no con un pasado que es ilusorio pretender retomar, pero sí con su tradición de solidaridad, imaginación y aportes de ideas para favorecer su crecimiento. El destino de algunos países vecinos, con su cúpula de ricos y su enorme base de indigentes, no es el que se asignó históricamente a nuestro país. Ojalá esta tendencia se modifique en el presente con vistas a un futuro que, necesariamente, debe ser mejor.

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