San Martín: un ejemplo poco seguido

En un país en el que se conmemoran las muertes, la de hoy no debería ser una fecha que pase desapercibida. Más allá de nuestra particular fascinación por los decesos, como decíamos en el comienzo, es la vida del general José de San Martín (hoy se cumplen 170 años de su paso a la inmortalidad) la que debería servirnos como ejemplo y faro de guía en este particular momento de la vida nacional.
Más allá de su fenomenal gesta libertadora sudamericana, el general San Martín es una pieza fundamental en la construcción de nuestra identidad nacional. A partir de su célebre figura y heroico proceder, se erige esa gran narración que nos explica como país. Por eso, rememorar su vida a partir de un nuevo aniversario de su muerte es recordar ese relato que escuchamos en los muchas veces insuficientes actos escolares de nuestra infancia, esa que nos conformó como comunidad y que debemos pensar y reconsiderar en ese camino hacia lograr una patria justa, libre y soberana y que hoy parece tan empinado.
La vida del Libertador fue una permanente muestra práctica de sus ideas, siempre cercanas a lograr la grandeza de la Patria, luchar por la igualdad de todos los argentinos denostando las luchas intestinas y las “grietas”, pugnar por la consolidación de los principios republicanos y aportar sustancialmente a la libertad interior y exterior de quienes por entonces vivían en estas tierras y que, según su visión estratégicamente anticipatoria, debía servir de base para que los argentinos de la actualidad viviéramos en un país serio y grande.
Con el correr de los años, muchos de los anhelos de San Martín se han ido quemando en las brasas del devenir fáctico. Los hechos han mostrado que mucho de lo que imaginó –y por lo que luchó– San Martín nunca se concretó. Por desgracia.
Con “cuando no existamos, nos harán justicia” solía concluir sus cartas San Martín. Ojalá ello ocurra con los que no fueron consecuentes (y en estos últimos años fueron bastantes) con su proyecto patriótico inaugural.