Sanar a este hermoso país depende de todos

La conmoción se adueñó del país el jueves por la noche, cuando en medio de la algarabía militante que recibía a Cristina Fernández de Kirchner en su casa de Juncal y Uruguay, corazón de Recoleta, un hombre empuñó una pistola Bersa 380, la gatilló para asesinar a la vicepresidenta y, por esas cuestiones del destino, la bala no salió.
El antecedente más directo del intento de asesinato sufrido por Cristina Fernández de Kirchner lo protagonizó Raúl Alfonsín hace 31 años. El 23 de febrero de 1991, el entonces expresidente, hablaba en un acto político en San Nicolás cuando un exgendarme le apuntó con un revolver calibre 32. El percutor falló y el tambor no giró. Lo acontecido con la vicepresidenta debe – o debería – marcar un punto de inflexión entre los actores de la política nacional.
Previo al intento de magnicidio, potenciado por el juicio que tiene en su contra CFK y por el que está acusada de liderar una “asociación ilícita” en la causa Vialidad, y cuyos fiscales pidieron 12 años de prisión e inhabilitación de por vida para ejercer la función pública, hubo – en el ámbito político-mediático de ambos lados – una escalada de violencia discursiva que no encontró límites hasta el jueves por la noche, cuando la superó un hombre que pretendió asesinar a la vicepresidenta.
La grieta, más profunda que nunca, no solo la protagonizan los actores de la política, también abunda en la sociedad, entre quienes defienden a CFK y los que la rechazan. Pero este hecho puntual, que es gravísimo y probablemente no hayamos tomado dimensiones de ello, tiene que zanjar esas diferencias que tanto daño le están haciendo a nuestro país.
El jueves fue Cristina Kirchner, pero en este constante clima de crispación pudieron ser otros dirigentes, lo que también hubiese sido gravísimo. Es por eso que todos deben hacer un mea culpa, bajar revoluciones, aportar a la unidad y generar – desde cada lugar – las acciones necesarias que contribuyan a sanar a un país que está muy enfermo, pero que aún puede recuperarse.