Slackline: el nuevo deporte nacional

Formalmente, el deporte nacional es el pato. Por popularidad y apasionamiento, sin embargo, esa distinción podría recaer sobre el fútbol. Coyunturalmente, no obstante, el deporte nacional actual debería ser el “slackline”.
En esta actividad deportiva, surgida durante los ’80 en el en el Valle de Yosemite (California, EE.UU.) como una forma de entretenimiento que inventaron los escaladores Jeff Ellington y Adán Grosowky, el protagonista utiliza una cinta elástica que se engancha entre dos puntos fijos para efectuar saltos y movimientos dinámicos. De esa forma, el deportista demuestra sus habilidades de equilibrista sobre lo que vendría a ser una especie de cuerda floja.
Los especialistas explican que, como en todo deporte, el slackline tiene un proceso lógico: se empieza con la cuerda ubicada a poca altura, caminando y controlando la estabilidad. A medida que se tiene confianza y control de la situación, se puede ir subiendo la cuerda para imprimirle mayor dificultad a la actividad.
La variante más exigente de este deporte es la denominada “highline”. En ella, se utilizan cuerdas que se ubican a más de 20 metros del suelo y, por esta razón, se debe usar un arnés de seguridad a fin de evitar caídas y lesiones. Para muchos, esta es la modalidad más adrenalínica.
Lo descripto muestra a las claras por qué el slackline debería ser considerado el deporte característico de la actualidad nacional: una inmensa mayoría de los argentinos vivimos haciendo equilibrio y tratando de no caernos de la “cuerda floja” que nos impone la realidad. En momentos críticos como éste, además, el “highline” económico ha incrementado el nivel de dificultad para lograr el objetivo de mantener el equilibrio y la adrenalina que sentimos a diario lejos está de ser algo agradable.
Estabilidad, prolijidad, flexibilidad, concentración, equilibrio mental y físico son clave para ser un buen “slackliner”, cualidades éstas que demasiados argentinos –sobre todo los dirigentes- demostramos no poseer. Quizás por eso siempre volvemos a caer.