El “vacunagate” y un duro golpe a la confianza

El escándalo de las “vacunas vip” que le ha costado el puesto al (ahora ex) ministro de Salud de la Nación, Ginés González García, marcó el fin de semana informativo en nuestro país. Según se sabe hasta ahora, un número indeterminado de políticos, familiares de éstos y personas afines con funcionarios públicos se vacunó al margen del plan oficial de inoculaciones contra el Covid-19 gracias a una supuesta red paralela y, obviamente, ilegal.
El conocido como «vacunagate» estalló el viernes pasado cuando uno de los beneficiados, un periodista militante del gobierno nacional, comentó en un programa de radio que ya había sido vacunado en las instalaciones del Ministerio de Salud tras llamar a su amigo Ginés González García. Poco después se hacía público que la lista era bastante más larga y que el por entonces ministro había reservado unas 3.000 dosis de la vacuna Sputnik V para uso discrecional.
Cuando esta irregularidad fue hecha pública por la prensa, y ante las muestras de indignación de la oposición y de la ciudadanía, el presidente Alberto Fernández exigió la renuncia de González García y nombró inmediatamente a su reemplazante, Carla Vizzotti. La calle no se conformaba con menos.
Más allá de las consecuencias políticas que este escándalo podría generarle al gobierno nacional en las próximas justas electorales, un hecho es más preocupante aún: la confianza que el oficialismo nacional buscaba construir sobre el manejo que realizaba y realiza para intentar controlar la pandemia ha sido herida profunda y quizás mortalmente. Probablemente allí también pueda empezar a fraguarse una nueva visión ciudadana respecto de la gestión presidencial de Fernández.
La justicia deberá investigar las denunciadas irregularidades, encontrar y castigar a los responsables. En paralelo, el gobierno deberá seguir gestionando una situación complicada como lo es una pandemia y que requerirá ahora, más que nunca, de acciones efectivas, igualitarias y –sobre todo- transparentes.