Con un 2021 que, como su antecesor, estuvo marcado por la pandemia, el año próximo se acerca como si fuera uno más de los tantos “clave” que hemos tenido a lo largo de nuestra vida como país. La proliferación de nuevas cepas del virus hará que la lucha en su contra continúe y ello, muy probablemente, marque varios meses de 2022.
La economía, seguramente, volverá a ocupar un espacio destacado dentro de nuestras preocupaciones y de su desarrollo muy probablemente dependan las visiones futuras. Los índices de inflación, pobreza y pérdida de poder adquisitivo para una parte mayoritaria de la población eran preocupantes a esta altura de 2019 –de hecho, fue una de las claves para la derrota del expresidente Macri en las urnas– y la pandemia vino a empeorarlas, por lo que el mejoramiento o no de esas condiciones será clave para la evaluación de la actual gestión nacional en la segunda mitad de su mandato y, en consecuencia, para la decisión ciudadana de seguir acompañándola o no. Y es que, más allá de que a los políticos les guste o no, el bolsillo sigue siendo por estos lares el órgano más sensible y en épocas como esta su sensibilidad suele exacerbarse.
En medio de esa coyuntura, otro misterio a develar es si los argentinos como comunidad dejaremos de lado las últimamente omnipresentes y generalmente perniciosas polarizaciones que nos dividen. Las “grietas” que hoy protagonizamos no tienen que ver solo con cuestiones políticas partidarias, sino también con fenómenos como la cultura de género y hasta lo que debiera ser un suceso de unión, como la lucha contra una pandemia. Muchas de nuestras interacciones sociales de estos días están fatalmente atravesadas por el “blanco o negro” más propio de los fanatismos que de la búsqueda de consensos, fundamentales estos últimos para intentar salir de momentos críticos como el actual. Lamentablemente, la realidad muestra que la tendencia a la división, lejos de ir en decrecimiento, muestra hoy una preocupante hipertrofia y la idea de “juntarnos para bien de todos” no aparece en nuestro horizonte más que como una cándida utopía.