Otra vez las pintadas vandálicas en lugares públicos

Los mendocinos esperábamos con ansias la temporada turística y la llegada de visitantes. Los números evidencian que, en medio de la pandemia, la temporada es positiva. No obstante, algunos hechos vandálicos vuelven a repetirse en lugares característicos de nuestra geografía.
En los últimos días del año pasado, una roca de la localidad de Picheuta, en Uspallata, apareció con pintadas realizadas –al parecer– por turistas. “Los Acosta. Monte Grande. Sergio. Martín. May”, reza la inscripción en aerosol blanco que maltrató el sitio donde tuvo lugar el combate de Picheuta (el 24 de enero de 1817), primer hecho de armas que tuvo el Ejército Libertador en su Cruce de los Andes.
No es la primera vez que esto ocurre. En 2018, tres jóvenes oriundos de Bowen realizaron pintadas en la formación rocosa conocida como las “Mil Hojas”, en la zona de Valle Grande. Después de la polémica y hasta la causa judicial que se generó, los alvearenses propusieron pagar los casi 50.000 pesos que requirió la limpieza de la “travesura”.
Un año después, un hecho similar se produjo en San Luis. Allí, la familia Bazán Trillas –oriunda del departamento de Maipú– generó indignación con un “grafiti” que estampó en una pared de piedra de la localidad de La Carolina. Finalmente, los Bazán Trillas reconocieron su error, aunque en ese caso la Municipalidad local limpió a costo propio las leyendas de nuestros comprovincianos.
Ya en 2020, un/a “romántico/a” utilizó unos 15 ejemplares de plátanos ubicados a la vera de la Ruta 165, en Cañada Seca, para escribir “CINTIA TE AMO” y adornar la frase con un par de corazones.
Como se ve, la costumbre de garabatear construcciones, paredes, monumentos o hasta formaciones geológicas es tan extendida como ilógica y repudiable. Salvo a sus autores, a nadie se le ocurre un motivo válido para llevar a cabo ese tipo de actos que, en general, se da en lugares lejanos de su residencia. Ojalá que el escarnio público y las eventuales sanciones judiciales a los dañinos redunden en que estos y otros abandonen esas actitudes antisociales que, valga la paradoja figurativa, los pintan de cuerpo entero.