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miércoles 8, de mayo , 2024

Pura emoción: Roswitha tiene 80 años y cumplió el sueño de sobrevolar la cima del Aconcagua

Roswitha Bormann es una mujer belga que vive en San Rafael hace muchos años y que en noviembre pasado cumplió 80 años (aunque se siente de mucha menos edad). Su máximo sueño era subir el cerro Aconcagua, la montaña más alta del continente americano. Gracias al acompañamiento de Victoria Tretrop, una gran amiga que es fotógrafa, practica escalada y que tiene algunos contactos que podían ayudarlas, logró visitar el “techo de América” desde el aire, en helicóptero con el piloto Horacio Freschi.
Si bien puede ser el sueño de mucha gente que ama el deporte, la aventura o, simplemente, los paisajes imponentes, subir el cerro Aconcagua –cuya cumbre está a 6962 metros sobre el nivel del mar– es una experiencia que muy pocas personas han logrado vivir. Roswitha logró con 80 años sobrevolar en helicóptero la cumbre y es un verdadero ejemplo de que si uno lucha por los sueños, se cumplen a la corta o a la larga.
Si bien el español no es su lengua materna, es un idioma que habla bastante bien. En diálogo con Diario San Rafael, esta mujer con la que realmente da gusto compartir una larga y profunda charla, relató que nació en Bélgica en 1943 pero por motivos familiares, se mudó siendo aún pequeña a Alemania, país en el que creció.
Más tarde vivió en Canadá, luego en Estados Unidos y finalmente en Argentina. Llegó a nuestro país porque su esposo era oriundo de Buenos Aires, y en medio de una historia de amor decidió mudarse. En enero del año 2005 visitaron San Rafael y –recordó Roswitha– se enamoró del lugar. “Me enamoré de la cordillera, estoy enamorada del Aconcagua porque es una montaña increíble. Yo viví en Estados Unidos y no hay algo así allá. Es la montaña más grande. Si crecés en Alemania tenés dos cosas: la playa y las montañas, y yo siempre estuve enamorada de las montañas”, expresó.
Al acercarse el 80° cumpleaños de Roswitha, su amiga Victoria le preguntó qué cosas le faltaba hacer con esa edad, cuál era su sueño más grande y, sin dudarlo, ella respondió “subir el Aconcagua, esa es la razón por la que estoy acá (en la provincia de Mendoza)”. Si bien vivió en Buenos Aires y la valora, esta provincia tiene la mística de la cordillera de Los Andes y, por supuesto, el Aconcagua. “Es increíble para mí pensar que en cuatro horas en el auto, estoy en esa gran montaña del mundo”, resaltó.
Victoria, que ha escalado el Aconcagua la empujó un poco a Roswitha a hacerlo, a subir el cerro. “Fue muy excitante la idea. El parque Aconcagua abría el 1 de diciembre; el tiempo no fue bueno en diciembre, dijimos ‘ok, vamos en enero’; en enero veíamos si había viento, si había sol, y finalmente el viernes pasado (13 de enero), fue el día absolutamente perfecto”, recordó.
El helicóptero pertenece al área protegida del Parque Provincial Aconcagua, que tiene un servicio de rescate, aprovisionamiento y transporte. Victoria explicó: “Esa es una empresa que licita eso y es gente que está sumamente calificada, son los mejores de Argentina porque están ahí haciendo muchas veces rescates en condiciones extremas. Horacio Freschi es el piloto, es muy reconocido y famoso por salvar gente. Lo conozco, y mi primera pregunta fue ‘¿puede una señora de 80 años volar alrededor del Aconcagua?’ Y me dijo ‘sí, ¿por qué no?’, lógicamente con un certificado médico, un tubo de oxígeno y las condiciones óptimas de clima. La idea de Roswitha era hacerlo el día de su cumpleaños, pero el parque está cerrado hasta diciembre y él nos dijo que en los primeros días de enero, estadísticamente, es el mejor clima”. El viernes llegaron a tiempo a la base, hidrataron mucho (casi tres litros de agua) ya que son las maniobras sanitarias necesarias. Tuvo que cumplir con los recaudos y las precauciones propias de una aventura como esta.
Al subir sacó fotos, filmó, pero fundamentalmente disfrutó del paisaje más fascinante con el que se cruzó en la vida. “Volamos muy alto, cerca de la cima y ver desde arriba toda la cadena de Los Andes es increíble, la vista… es impresionante la magnitud, el grosor de las montañas”, aseguró. Si bien debido al viento no llegaron a divisar la cima, volaron sólo a 200 metros más abajo. “Hubo un momento en que no pude controlar mis emociones y llorar”, destacó. En ese momento, el piloto –que también se emocionó– no dudó en darle la mano a esta mujer que –literalmente– estaba cumpliendo su máximo sueño. Roswitha considera que fue “increíble”, al punto de que esa noche, ya en su cama “todavía no había aterrizado”, dijo entre risas.
Roswitha sostiene que 80 años de edad “es solamente un número”, por lo que se preguntaba “¿por qué no hacerlo?” Desde que surgió esta posibilidad el Aconcagua fue su propósito, alcanzar aquello era lo que pretendía y mantuvo ese sueño vivo hasta que lo hizo realidad y sin miedos, ya que se sentía bien con esta meta. “Tengo 80 años, pero no es un límite”, afirmó e invitó a todas las personas a trabajar por los sueños, a no bajar los brazos, a seguir siempre adelante hasta que lo que se busca suceda.
Como es lógico, Roswitha no descarta volver a hacerlo, volver a subir al “techo de América”.

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