«La cumbre de la OTAN en Vilna mostró que ese bloque volvió al esquema de la Guerra Fría», aseveró el canciller ruso Serguei Lavrov, quien advirtió que su país responderá “lo mejor que pueda a las amenazas», un tono diplomático que estuvo lejos del usado por su compatriota y vicepresidente del Consejo de Seguridad del Kremlina, Dmitri Medvédev: «La Tercera Guerra Mundial está cada vez más cerca» por las armas que la Alianza Atlántica le está entregando a Kiev.
El encuentro celebrado en la capital lituana concluyó con un Volodimir Zelenski más conciliador que el martes, cuando despotricó al enterarse que ni siquiera hay un cronograma para que Ucrania pueda incorporarse al bloque. “Regresamos a casa con una victoria importante para la seguridad de nuestro pueblo”, festejó el mandatario el lanzamiento del Consejo OTAN-Ucrania, foro a través del cual se mantendrán consultas permanentes y podrán convocarse reuniones en situaciones de emergencia, y la promesa del G7 de brindar ayuda militar a largo plazo, lo que incluye la construcción de un poderoso dispositivo de defensa y el suministro de moderno armamento.
Quizás contribuyó a cambiar la posición de Zelenski el reproche que le había hecho poco antes el ministro de Defensa británico Ben Wallace, quien le reiteró al dignatario que su país «no es un Amazon» de entrega de armar y que «quiere ver gratitud» por la asistencia bélica.
