Respetar al otro, clave para los consensos

En medio de todas y cada una de las controversias que depara la vida pública nacional, debería quedar claro que es imposible pensar en un país viable si no se encuentra la manera de conseguir políticas consistentes, ideas comunes y un mínimo de confianza entre sus actores. Lo imperativo del momento es encontrar el espacio suficiente para diseñar acuerdos de mediano y largo plazo que permitan estabilizar en el tiempo políticas públicas coherentes, sistémicas y eficaces y, al mismo tiempo, darle a la Argentina previsibilidad institucional.
El filósofo existencialista israelí Martín Buber sentenciaba que el humano llega a serlo cuando dialoga y que las palabras fundamentales del lenguaje no son vocablos aislados, sino que nacen en pares. Una palabra indivisible y primordial es Yo-Tu, tal el título de uno de sus libros. “Solo al entrar el Otro (Tú) en mi registro empiezo a existir, soy Yo”, afirmaba el israelí.
Para este filósofo, las relaciones se sostienen en la honestidad y la sinceridad, porque quien las elimina suprime al otro. Es ante el otro ante quien soy honesto, sincero, responsable, o todo lo contrario. Sin él los valores son impensables. Solo a través de quien lo confronta, de quien existe frente a él, cada ser humano alcanza su entidad, es Yo.
Un diálogo que no contemple estos fundamentos –decía Buber– es solo una colección de monólogos simultáneos donde cada uno dice lo suyo sin escuchar al otro. Solo a partir del diálogo, el respeto al otro y los consensos es que podremos enfrentar esta difícil coyuntura.
De sobra sabemos que las polarizaciones dejan heridas difíciles de cerrar y por eso no es conveniente que el país permanezca inmerso en un clima de confrontaciones irreductibles. Las políticas públicas deben ser pensadas en términos de largo plazo, para la Argentina de las nuevas generaciones; y eso requiere aprender a ejercitar todos los días el respeto cívico, lo que no significa que se promueva la uniformidad de pensamiento entre nosotros, sino la convicción de que el diálogo con el que no piensa lo mismo es la piedra angular para lograr un mejor país.