Ayer se conmemoró el Día de las Abuelas y los Abuelos, para homenajear a aquellos que cuidan, educan y ayudan a sus nietos y familias. La celebración tiene motivos religiosos, ya que la Iglesia católica reconoce el 26 de julio a San Joaquín y Santa Ana, padres de la Virgen María y, por lo tanto, abuelos de Jesús. De acuerdo a la fe católica, ambos santos –llamados “patronos de los abuelos” – fueron los encargados de educar en el camino de la fe a María.
Quizás la jornada haya servido para saludar a quienes antecedieron a nuestros padres y a nosotros mismos en el camino de la vida e, incluso, en muchas ocasiones, nos ayudaron a recorrerlo. Con los cuidados propios que impone la pandemia, muchos habrán aprovechado la jornada para saludar en forma personal a abuelas y abuelos. Sin embargo, su recuerdo, cuidado y homenaje debería ser de todos los días.
La franja etaria que, en general, ocupan los abuelos no es de las más valoradas en la práctica por el resto de nuestra comunidad. Las sociedades más avanzadas del mundo tienen, entre sus objetivos, el de proteger a aquellos miembros que se encuentran en situación de vulnerabilidad y, allí, los adultos mayores deben ser incluidos para recibir de los más jóvenes, y fundamentalmente del Estado, un tratamiento de contención y reconocimiento.
La muchas veces deficiente o la falta lisa y llana de una cobertura social y sanitaria confiable y accesible, los generalmente escasos montos que perciben como jubilaciones, que muchas veces deben ser destinados completamente a medicamentos o cuidados de terceros, una conciencia social generalizada que menosprecia a sus “viejos” en lugar de aprovecharlos para conocer de sus experiencias y sabidurías, y estos años el Covid-19, que los ataca con singular agresividad, entre otros bemoles, hacen que el acceso a una vejez digna y saludable y la posibilidad de un descanso tranquilo tras una vida de trabajo sean situaciones más utópicas que reales para una inmensa mayoría de los abuelos argentinos. Saludable sería que esa situación cambie a futuro y que haya más motivos para festejar.