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  • Vale más actuar exponiéndose a arrepentirse de ello, que arrepentirse de no haber hecho nada.| Giovanni Boccaccio

martes 7, de mayo , 2024

Árboles: compañeros a veces olvidados

El domingo 29 de agosto se conmemoró el Día del Árbol y, más allá de la referencia que se hace en la efeméride, no parecieran ser estos los mejores tiempos para los ejemplares arbóreos de nuestra región. Lejanos parecen los días que mostraban un arbolado con excelente salud, acuñada en la acertada original decisión de aquellos visionarios dirigentes que diseñaron nuestras ciudades y las llenaron de esos ejemplares.
Los árboles han sido, desde siempre, un elemento de la naturaleza reverenciado por los mendocinos y hasta se podría afirmar que entre nosotros reina aún una “cultura del árbol”, con muchas personas que reconocen su importancia y necesidad para la vida humana.
Con el correr de la historia, la mayoría de quienes habitamos esta tierra fuimos comprendiendo que los árboles aportan más que belleza a nuestra zona. Son ellos los que contribuyen sustancialmente a purificar el aire, a regular la temperatura ambiente, a proteger otros cultivos y muchas funciones más.
Sin embargo, la actualidad nos demuestra muchas veces que, tras varios siglos de aceptación de su belleza y utilidad, esa pauta cultural que nos caracterizó ha comenzado a perderse. Hay quienes respetan y cuidan nuestro arbolado, pero otros no lo hacen y es de esta forma como se pueden advertir claros en nuestras arboledas que responden a alguna acción vandálica o a simple descuido. La falta de agua también ha hecho lo suyo.
A todos corresponde cuidar nuestros árboles: al Estado, llevando a cabo las tareas necesarias para su cuidado, manutención y eventual renovación, y al ciudadano común, dejando de lado conductas que atentan contra la integridad de los ejemplares, ya sean estas con mala intención o simple ignorancia.
Es necesario y hasta imprescindible que se preste debida atención a uno de los más preciados bienes con que cuenta nuestra provincia. En este sentido, también deberá trabajarse a futuro propendiendo a la enseñanza de las generaciones que nos sucederán de cuidarlos y dejarlos como preciada herencia para sus descendientes, tal como nos tocó a nosotros recibirlos en su oportunidad.

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