“No llego a fin de mes”, es una frase recurrente a la que apela cualquier trabajador, sin distinguir rubro ni actividad. La crisis económica que sacude al país ha generado, entre distintas problemáticas, que el poder adquisitivo de la clase trabajadora tenga se vea cada vez más golpeado.
La recurrente suba de precios en bienes y servicios va por encima de los ingresos que perciben los consumidores. Independientemente de la inflación que todos los meses da a conocer el INDEC, lo que se percibe, a la hora de comprar alimentos u otros productos o pagar servicios e impuestos, es el impacto real que advierte la sociedad.
En este difícil contexto, se acerca fin de año y no existen indicadores que permitan pronosticar “un alivio al bolsillo”, por el contrario, se prevé un panorama muy cuesta arriba en lo que resta de 2022 y al menos el primer trimestre de 2023.
“Ni siquiera a fin de mes pedimos llegar, ya nos conformamos que nos alcance para la mitad”, afirma una vecina en la puerta de una verdulería, de donde sale asombrada porque “todos los días cambian los precios”.
En medio de este difícil escenario, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner le advirtió al ministro de Economía, Sergio Massa, por las negativas consecuencias de la inflación. CFK responsabilizó a las empresas y pidió una mayor intervención del Estado para controlar los aumentos. Sin embargo, hasta ahora, las políticas del Gobierno que ella integra no generaron ningún efecto que tienda a bajar los precios o, al menos, mantenerlos, ya que en Argentina los valores que suben nunca más bajan.
Se viene el último trimestre del año y las expectativas de que exista una mejora económica hacia diciembre son prácticamente nulas.
En el medio, se vienen fuertes aumentos en los servicios, un posible incremento del combustible este fin de semana y los precios de productos que, pase lo que pase, no dejan de subir.