Etimológicamente, “hipocresía” proviene del latín tardío hypocrisis y del griego hypokrisis, que significan «actuar», «fingir» o «una respuesta». También se puede entender como preveniente del griego hypo que significa «máscara» y crytes que significa «respuesta», por lo que la palabra significaría «responder con máscaras». En tanto, la palabra «hipócrita» proviene del griego hypokrites, cuyo verbo asociado es hypokrinomai, es decir, «tomo parte».
La hipocresía consta de dos operaciones, a través de las cuales se manifiesta en los modos simple y combinado: la simulación y el disimulo. La simulación consiste en mostrar algo distinto de lo que se es, en tanto que el disimulo oculta lo que no se quiere mostrar.
Alguien que cree que tiene derecho a cometer un acto de corrupción pero que los demás no tienen tal derecho, tiene doble moral. Sin embargo, alguien que condena todo lo relativo a la corrupción, pero la comete, es hipócrita.
En psicología, el comportamiento hipócrita se relaciona con el error fundamental de atribución: los individuos tienden a explicar sus acciones sobre la base de su ambiente, pero atribuyen las acciones de otros a «características innatas», lo que lleva a juzgar a los otros mientras se justifican las propias acciones. Muchas personas fallan en reconocer que tienen imperfecciones que condenan en el resto de la comunidad. Según la psicología freudiana, a este comportamiento se le conoce como proyección psicológica. Este es más un autoengaño que un engaño deliberado al resto de las personas.
Para el lingüista y analista social Noam Chomsky, la hipocresía es definida como la negativa a «… aplicar en nosotros mismos los mismos valores que aplicamos en otros», y constituye uno de los males centrales de nuestra sociedad, que promueve injusticias como la guerra y las desigualdades sociales en un marco de autoengaño, que incluye la noción de que la hipocresía por sí misma es una parte necesaria o benéfica del comportamiento humano en sentido social.
Cuando muchos integrantes de una comunidad son hipócritas, el resultado es negativo. Pero cuando los hipócritas son sus dirigentes, los resultados son peores. Los argentinos lo sabemos sobremanera.