SECCIONES
  • Vale más actuar exponiéndose a arrepentirse de ello, que arrepentirse de no haber hecho nada.| Giovanni Boccaccio

miércoles 8, de mayo , 2024

Los modelos de exclusión y sus inevitables fracasos

“Libertad, igualdad y fraternidad”. Los conceptos, casi indisolubles, formaban parte del estandarte que hacían flamear los protagonistas de la Revolución Francesa. Cansados de los abusos del poder de los reyes y con un plafón filosófico que ponía al hombre en el centro de la escena por ante las ideas del teocentrismo dominante hasta allí, los Robespierre, los Danton, los Voltaire, se opusieron revolucionariamente al statu quo donde las monarquías y sus protagonistas gobernaban a gusto y placer, con –obviamente– millones de usados y abandonados por sus políticas.
El término “igualdad” ha resonado en los últimos años en varias partes del mundo. En realidad, lo que truena es el escarmiento contra su antónimo: la desigualdad social que cunde en una parte importante de nuestro planeta y que ha desatado las más variadas oposiciones populares.
Tiempo atrás, el periodista Martín Caparrós afirmaba en uno de sus artículos que “Latinoamérica es desigual por muchas razones pero, sobre todo, porque puede. Hay sociedades donde los más ricos necesitan que los más pobres sean menos pobres, donde los precisan para crear o consumir las riquezas que los enriquecen. Las economías latinoamericanas, en general, no: basadas en la extracción y exportación de materias primas, pueden funcionar más allá de esos millones de personas que no son necesarios ni para producir ni para consumir. Solo se necesita contenerlos: que no hagan demasiado lío, para lo cual alcanza con darles su limosna”.
Probablemente esa idea –fundadora del pensamiento neoliberal–, de descartar a quienes no sirven para adorar y alimentar al “dios mercado”, haya sido la chispa inicial del descontento reinante. Y es que cuando los expulsados del sistema son más que los beneficiarios, el enojo no puede demorar demasiado.
He allí un claro mensaje para los gobernantes: no existe sistema político y económico que genere más excluidos que incluidos que pueda permanecer en el tiempo. La historia así lo demuestra.

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